EL REDCUADRO
Ni Estatut ni London
Por Antonio Burgos3 min
Opinión16-10-2005
El profesor don Guillermo Jiménez Sánchez aún no era vicepresidente del Tribunal Constitucional. Preparaba oposiciones a cátedra de Derecho Mercantil. Cuando las cátedras se ganaban por concursos que garantizaban la calidad de cinco jotas de los discentes y no como ahora, que te las dan en el Todo a 100 de los amiguetes del partido. Daba sus últimos coletazos la dictadura, que creíamos que íbamos a derribar leyendo «Cuadernos para el Diálogo» y escribiendo en «Triunfo». Éramos compañeros de la recova de querer traer las gallinas de la libertad para nuestra patria. E íbamos a alguna inútil reunión para derribar la dictadura, en mi Seiscientos de segunda mano. Me detuve ante un semáforo en rojo. Y con la maestría de su gracia, Guillermo Jiménez Sánchez me dijo: -Si no les haces caso a las Leyes Fundamentales del Movimiento, ¿vas a respetar un semáforo? Anda, tira para adelante, que vamos a llegar tarde para salvar a España... Y nos saltamos el semáforo. Al excelentísimo y muy constitucional señor doctor don Guillermo Jiménez Sánchez pongo por testigo de que me parece que estamos como entonces. Sólo que ahora la gente respeta los semáforos. Y hasta el carril bus-VAO. Es un milagro. Si no le hacemos caso a la Constitución, virtualmente derogada, y los que tenían que hacerla cumplir no abren la boca, y los que tenían que defender la integridad territorial de la nación callan, ¿cómo es que respetamos los semáforos? Le hacemos mucho más caso al Código de la Circulación que a la Constitución. En Cataluña y en las Vascongadas se le hace más caso a la norma de no hablar por teléfono mientras se conduce que al artículo 2 de la Constitución. Observo el incumplimiento de las normas de la Dirección General de Tráfico sólo en un lema. Aquel que dice: «Si bebes, no conduzcas la reforma del Estatuto». Estatuto, ojo: e, ese, te, a, te, u, te, o; Es-ta-tu-to. No Estatut. Habremos de perder muchas otras guerras en materia de la integridad nacional para que nos demos ya por derrotados en la batalla de la lengua española. Suele ocurrir. En materia de terrorismo, el marcador de la lengua señala un resultado a lo San Marino: ETA, 6; Telediario, 0. Los locutores hablan como los etarras: lucha armada, comando, liberado, acción militar. Y en materia de separatismo, aunque la Constitución está aún en vigor, por más que muchos se la salten sin que el guardia de la porra les multe, y aunque el Estatuto de Autonomía está aún en vigor, es como si Cataluña hubiera ya alcanzado, al modo de los Entes Preautonómicos de la transición, la pretendida condición de «ente pre-estatal». Ya hemos aceptado y aprobado sin necesidad del pasemisí de las Cortes lo que pone en materia de lenguas esa papela que nos quieren meter doblada con la complicidad y el empujoncito del de la sonrisa de sesión continua. El catalán parece ya lengua oficial en toda España. De ahí que hayamos roto todos a naquerar en catalán, llamando Estatut, en una lengua ajena, a lo que debe ser Estatuto. Si en Lérida me insultan porque me niego a escribir «Lleida» en la hermosa lengua española y si en Gerona me acusan de catalanofobia porque no cometo la cursilada de decir «Girona», imagínense lo que pueden llamarnos si nos negamos a decirle al Estatuto ese mote de «Estatut». Eso será allí. Aquí es Estatuto de todas, todas. Ni el Estatuto ha sido aprobado ni la Constitución, por más que lo disimulen algunos, ha sido derogada. Por tanto, el catalán no es lengua oficial en todo el Reino de España, sino sólo en una parte, la que no quiere ser España. Y si yo escribo en español tengo que decir Estatuto y no esa puñalada trapera de Estatut. Como digo Londres y no London.
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Antonio Burgos
Columnista del diario ABC
Andaluz, sevillano y del Betis
** Este artículo está publicado en el periódico ABC y posteriormente recogido de AntonioBurgos.com por gentileza del autor