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ONU

Sesenta años de aciertos y fracasos que dan que hablar al mundo

Por Berta PardalTiempo de lectura2 min
Internacional18-09-2005

En medio de la Segunda Guerra Mundial se empleó por primera vez el término de “Naciones Unidas”. Fue en boca del entonces presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt y su significado apuntaba hacia un nuevo orden mundial de paz. Entonces, en 1946, representantes de 26 naciones aprobaron la Declaración de las Naciones Unidas, por la que sus respectivos gobiernos se comprometían a continuar la lucha contra las Potencias del Eje.

La Carta de las Naciones Unidas se firmó el 26 de junio de 1945 en San Francisco, (Estados Unidos), al terminar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional, cuando Alemania se rendía y para vencer a Japón hubo que lanzar las dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. La Sociedad de Naciones fue el motor para las Naciones Unidas y buscaba continuidad ideológica con el Tratado de Versalles de 1919. Hoy, la ONU es a la vez más y menos de lo que se había anticipado. Menos porque, desde el fin de la Guerra hasta finales de los 80, la rivalidad entre Estados Unidos y la URSS dejó al descubierto la débil unanimidad de las grandes potencias en temas de paz y seguridad. Y más por el rápido proceso de descolonización desde la segunda mitad del siglo XX; proceso que creó un vacío en la estructura de las Relaciones Internacionales. La ONU responde, en sus propósitos y principios, al código de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial y son hoy un espejo de la sociedad internacional de la segunda mitad del siglo XX y del primer quinquenio del XXI, con sus buenos deseos iniciales, sus grandes aciertos, sus asignaturas pendientes y sus desaciertos y fracasos. Cómo afrontar un papel mayor en el mantenimiento de la paz y cómo acomodar la mayor influencia política y económica que habían adquirido Alemania y Japón fueron algunos de los desafíos a los que la ONU tuvo que enfrentarse en 1990. Tras más de 40 años de debates internacionales, en 1993 se aprobó la creación de un nuevo puesto: el alto comisario para los Derechos Humanos, el responsable de velar por el respeto mundial de los Derechos Humanos fundamentales. Pero sus actuaciones, intervenciones, resoluciones, siempre han ido acompañadas de polémica, debate público, político y mediático. Hay motivos de peso que justifican su existencia: La Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha sido extraordinariamente beneficiosa para el buen estado físico y mental de los humanos; La Organización de la Aviación Civil (OACI), que ha logrado evitar muchos accidentes en el tráfico aéreo mundial, un medio muy favorable a los percances, convertido en seguro y utilizado por millones de personas; También la noción de "Medio Ambiente", que enmarcó los complejos factores que rodean al ser humano -aire, agua, tierra, luz, ruido, etc.- Pero la balanza se equilibra en sentido negativo con algunos fracasos, medidas dudosas y términos que implican la palabra “ilegal” en algunas de las operaciones, la mala fama de los cascos azules en determinados momentos, como en la guerra de Yugoslavia y la confrontación de sus medidas con las de parte de la opinión pública mundial en la intervención en la guerra de Iraq. Otra flaqueza es que no se contempla aún la seguridad frente a los desastres naturales, puesta en evidencia ahora con el desastre del huracán Katrina.

Fotografía de Berta Pardal