ANÁLISIS DE LA SEMANA
Basta de jugar al escondite con la verdad
Por Amalia Casado2 min
España01-05-2005
Como ciudadano que tiene acceso relativo a la información, uno no sabe ya qué pensar ni a quién creer. Cada cuál tiene su emisora y periódico de confianza, ése que le inspira mayor credibilidad, pero hay temas importantes de la actual vida política en España respecto de los cuáles no es fácil tener una opinión basada en otra cosa que no sean especulaciones. Es terrible que sea así, pero el ser humano necesita respuestas como el aire para respirar, y se nos escapan de las manos demasiados porqués sobre demasiados asuntos que nos importan. ¿Qué podemos hacer? Confiar en el sentido común: los hechos son hechos y haberlos hailos. Así, la presencia en las elecciones vascas de EHAK: ¿Por qué se ha permitido que eso sea así? ¿Es cierto que no era posible la ilegalización con la ley en la mano? ¿Es cierto que aún hoy sigue sin haber pruebas suficientes? Es legítima y comprensible la sospecha de que otros intereses, oscuros e inconfesables, han conducido las cosas hasta esta situación. En las películas de investigación y casos policiales es habitual el consejo de que descubriendo a quién beneficia el trato se pueden encontrar pistas de quién puede ser el responsable… ¿Demasiado arriesgado? ¿Mejor no pensarlo? Al ciudadano se le hace un chantaje indecente: los terroristas –en boca de Arnaldo Otegi- hacen saltar la liebre sobre conversaciones con el Gobierno a través del Partido Socialista de Euskadi poco antes de las elecciones vascas en las que finalmente se pudieron presentar, aunque no sepamos exactamente por qué. Por supuesto, se desmienten desde el PSOE semejantes afirmaciones, y se nos insta a confiar antes en las fuerzas democráticas que en la palabra de los terroristas, como hace Jordi Sevilla esta semana: “(Otegi) no es nadie y procuro hacerle el menor caso posible. La política vasca no puede girar en torno a una organización terrorista ni en torno a una organización clandestina e ilegalizada”. Uno piensa que así debe ser, que la palabra del terrorista debe ser ignorada o estaremos haciéndoles fuertes y debilitando a las fuerzas democráticas. El problema es que cuando se tiene el poder parece ser bastante tentador jugar a eso: a pedir la confianza a los ciudadanos, y a abusar después de ella impunemente mediante el juego al escondite con la verdad. Ahí está la clave: quienes necesitan fortalecerse son los ciudadanos, hacerse fuertes en torno a la verdad y a la reivindicación, búsqueda y transmisión de la misma.
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Amalia Casado
Licenciada en CC. Políticas y Periodismo
Máster en Filosofía y Humanidades
Buscadora de #cosasbonitasquecambianelmundo