ANÁLISIS DE LA SEMANA
A flote
Por Almudena Hernández
1 min
Sociedad17-04-2005
Atan su vida a un madero. Se agarran a él con la fe del desesperado. Quieren una vida mejor, por eso arriesgan la suya, porque para ellos no tiene valor. Piensan que para ir al futuro hay que subirse en una patera, que así conseguirán las promesas de un porvenir cierto. Y no se dan cuenta de que en la gran mayoría de los casos es mentira, que la realidad no es el cuento de hadas con el que tratan de convencernos. Nos prometen éxitos rápidos y picamos en el anzuelo. Aún no nos hemos aprendido aquella vieja lección de que las prisas no son buenas. Aquello que se reposa suele salir mejor. El hombre tiende a hacerlo, aunque pocos lo hagan de vez en cuando. A veces, cuando lo intentan, descubren un tesoro: toda aquella riqueza interior que tiene el hombre, ese hombre que tiende a hablar con Dios. En ocasiones, con tantas prisas y tanto ruido, resulta imposible. Es lo que tiene vivir en la época de la violencia, en la era de los desastres. Si por un momento nos preocupásemos por algo más que por nuestro ombligo, quizás muchos podrían salir a flote y nosotros mismos no andaríamos a la deriva, náufragos de humanidad.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo