CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR
El peso de un voto
Por Álvaro Abellán3 min
Opinión13-02-2005
Los ciudadanos españoles tenemos la misión de decidir nuestro voto sobre la constitución europea en el referéndum del próximo domingo. La participación es fundamental, no sólo porque debemos ejercer la democracia -el sistema que garantiza nuestros derechos-, sino porque toda Europa nos mira: somos la primera cobaya de este laboratorio europeo cuyo experimento no es con gaseosa. De ahí que el próximo 20-F cada voto condensa un valor especial. El peso de mi voto será para el NO, porque esta constitución es tres veces mala para los españoles. Es primer lugar, es política, económica y jurídicamente mala para España y los españoles. Recorta el poder y el peso de España en la UE, de forma que otros países podrán decidir por nosotros en cuestiones que nos afectan. Además, según el protocolo 29 de la constitución, perderemos todos los fondos de cohesión que hoy recibidos: unos 12.000 millones de euros. Entre los derechos y libertades que recoge el tratado, lejos de añadir un solo bien a los que ya tenemos reconocidos en nuestra constitución, recorta, por omisión, otros: los de la familia, que no recibirá especial protección y será comparada a otras uniones entre particulares; los de los niños, que podrán ser adoptados por parejas homosexuales; y los de los embriones, que podrán ser abortados o desmembrados para diversos usos. En segundo lugar, esta constitución es mala para España y los españoles porque quieren imponérnosla. Votar a favor de esta constitución es aceptar el chantaje de quienes quieren imponérnosla. Es dar razones a quienes creen que, bajo la forma de una democracia, España es un país gobernable a golpe de bomba, campaña publicitaria, mitin y razones demagógicas. Que nos han querido imponer, y no proponer, esta constitución, es evidente. Primero, por las muchas prisas por votarla cuando apenas teníamos información sobre ella. Segundo, ahora estamos invadidos de propaganda y faltos de información relevante. Tercero, un solo mensaje repetido mil veces “más Europa es más España”, sin mayor explicación. Cuarto: el presidente ZP diciendo públicamente -ya no existe la vergüenza- que no votamos un texto, sino un sí al progreso con Europa. Quinto, para reforzar esa idea, la pregunta de la consulta no es para votar “esta” constitución, sino “una constitución para Europa”. Sexto: él gobierno sólo ha financiado actos para el sí, y ninguno para el no o, sencillamente, para el debate público. Séptimo: los ciudadanos que han intentado hacer campaña por el no han sido marginados y perseguidos, como consta en las denuncias a la Junta Electoral. Octavo: la campaña informativa del Gobierno, que pagamos todos los españoles, se ha convertido en una propaganda por el sí ya denunciada ante los tribunales. Una estrategia detrás de otra, demasiadas para la casualidad, pero las justas cuando suponen una campaña orquestada para que el pueblo vote sin capacidad de elegir en conciencia. En tercer lugar, esta constitución es mala para España y los españoles porque no reconoce nuestra historia. Un pueblo no puede vivir sin su historia, como un árbol no se sostiene sin sus raíces. Pero esta constitución, que reconoce beber de la tradición greco-romana, salta de ahí hasta la revolución francesa, olvidando el peso de los pueblos y la cultura europea durante más de 1000 años, cuando la presencia de España y de sus valores fue determinante en la construcción de Europa. Por ésta y las otras dos razones, el próximo 20-F ejerceré mi derecho, aún no violentado -aunque lo haya sido mi postura-, de votar NO a esta constitución europea.