SIN ESPINAS
Ladrones
Por Javier de la Rosa2 min
Opinión17-01-2005
El tópico de las películas de Hollywood es que unos ladrones roben un banco. O bien a punta de pistola o tras idear un plan imposible para superar los innumerables sistemas de seguridad que deberán sortear para alcanzar su objetivo. Pero hoy más que más que nunca estas ficciones han vuelto a ser superadas por la realidad: los verdaderos ladrones, los que atracan “a mano armada” y con impunidad absoluta son los bancos. Un estudio ha puesto al descubierto que la banca española financia con las comisiones que cobra a sus clientes más del 56 por ciento de todos sus gastos. El robo se concreta en 4.033 millones de euros sólo en los primeros 9 meses de 2004, un 10,5 por ciento más que el año anterior; y el objetivo de los insaciables y siempre sedientos banqueros es duplicar estos ingresos para cubrir sus gastos totalmente. Gastos de gestión, porque todo el mundo sabe que los bancos viven ya lujosamente y totalmente gracias a nuestro dinero. Los protagonistas de Ocean´s eleven o twelve han estado perdiendo el tiempo porque para robar de verdad y a lo grande no hacen falta muchos planes sesudos. Sólo tener dinero y una ambición sin límites. Dinero que significa poder para comprarlo todo, empezando por las asociaciones de consumidores -lo que es verdaderamente triste- y siguiendo por los medios de comunicación y la clase política que les permiten seguir robando de la manera más sencilla. Es decir, cobrando mucho más a sus clientes por unos servicios que a ellos le siguen costando igual o mucho menos. Como los políticos están vendidos ante el poder que los bancos ejercen gracias a su control accionarial en las empresas de las que depende la economía del país, como algunas de esas empresas en las que participan son medios de comunicación a los que les compran el silencio con inversiones millonarias en publicidad de las que depende su presupuestos anual, y como financian directa o indirectamente las asociaciones de consumidores dirigidas por sujetos que han encontrado un filón para chantajear a los bancos en vez de defender a sus clientes, los ciudadanos de a pie sólo pueden recurrir a sus entidades para negociar de forma individual las comisiones que les aplican y, en muchos casos, para pedir que les devuelvan las que ya han pagado, como si de un mercadillo se tratara. O sea, tú le prestas tu dinero a alguien para que él se haga mega millonario. Y él en vez de estarte sumamente agradecido, te cobra por algo que le cuesta una minucia; es decir, por guardártelo y por darte una tarjeta de crédito que gracias al uso que le das le ha permitido recortar miles de millones de euros en gastos por personal. ¡Qué asco de dictadura!