SIN CONCESIONES
Sentido de Estado
Por Pablo A. Iglesias
1 min
Opinión16-01-2005
Aznar eligió sucesor a Mariano Rajoy pensando que ganaría las elecciones generales. Optó por la opción que nadie quería en el PP pero que todos estaban dispuestos a admitir. Nombró a Rajoy sabiendo que la legislatura sería complicada, que haría falta diálogo, que llegarían arduas amenazas y que requeriría múltiples apoyos. Erró en el resultado de los comicios pero, visto el panorama, acertó en todo lo demás. Rajoy carece de carisma, ostenta un liderazgo que ni él mismo esperaba, duda cada minuto y con cada decisión, padece tics nerviosos y es tan desconfiado como introvertido. Más de uno pensaría que es el antilíder de no ser por su honradez e inteligencia. A la vez, José Luis Rodríguez Zapatero es el hombre educado que escucha siempre y luego actúa a su antojo. Es la sonrisa perenne que esconde un vacío interior. Es el superhéroe de las minorías que menosprecia el sentido común. Zapatero, tan reservado como Rajoy, comparte con el líder de la oposición las virtudes de la estrategia y la honestidad. Pero a ambos les une también el sentido de Estado. Zapatero y Rajoy han sumado sus fuerzas cuando la unidad de España está en tela de juicio. El acuerdo contra el Plan Ibarretxe es un motivo de alegría para 40 millones de españoles. Tendría que ser innecesario pero el recuerdo de la Guerra Civil sobrevive aún en los ojos de nuestros abuelos. Rajoy ha demostrado su responsabilidad con esta oferta de pacto. Zapatero ha probado su madurez al aceptarla. Ojalá perdure la alianza. España necesita dirigentes serios y constantes. No puede permitirse otra fractura política y social como la de 1936. Sus 500 años de historia son el mejor argumento contra el nacionalismo. El pacto entre Rajoy y Zapatero es la mejor prueba.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito