ANÁLISIS DE LA SEMANA
Solbes, contracorriente
Por Gema Diego2 min
Economía16-01-2005
Pedro Solbes ha entrado con buen pie en el año del Quijote como defensor de las causas perdidas. Al ministro de Economía le gusta dejar bien claros sus principios a través de la ética del disenso. Solbes sabe lo que hay y no quiere que las cabezonadas ajenas le cuesten pagar los platos rotos en el futuro. El diálogo social es un terreno pantanoso, puro escenario de la lucha de clases marxista y de los extremismos. Por un lado, están unos sindicatos que no se van a cansar de pedir concesiones sociales, y, por el otro, una patronal que vela por sus intereses en la búsqueda del máximo beneficio. Y si el mediador no tiene mucho cuidado, si no lima las asperezas con tiempo y paciencia, se acaba granjeando las enemistades de uno de los dos bandos. Y eso es lo que le ha pasado al ministro de Trabajo, Jesús Caldera, que anda como una pelota de tenis de un lado a otro de la red por la subida del Salario Mínimo Interprofesional. ¿Que cláusula de revisión no? Los sindicatos le ponen cara de pocos amigos. ¿Que cláusula de revisión sí? La patronal le enseña los dientes. Y así, Caldera no sabe con qué carta quedarse. Pobre Caldera. Si en el fondo es un sensible que quiere ser amigo de todo el mundo, aunque en el futuro termine atado de pies y manos. Al contrario que Solbes quien, apoyado por su Sancho Panza particular, Joaquín Almunia, deja claro su parecer, por si en el futuro los precios crecen por las nubes, Europa nos gruñe y a los ciudadanos nos da por quejarnos y pedir que rueden cabezas en el Gobierno. Por si acaso, Solbes ya se encargará de largarse con la cabeza alta y en su sitio. Si es que no lo ha intentado ya.