ANÁLISIS DE LA SEMANA
Dictadura democrática
Por Amalia Casado3 min
España10-10-2004
Mientras el Partido Socialista se afana en poner patas arriba las instituciones para plagarlas de personas y procedimientos que hagan más fácil su toma del poder en España, el Partido Popular hace frente, a pocos días de su XV Congreso, a su segunda crisis interna. Primero fue Galicia. Ahora, Madrid. No era difícil adivinar que la aparente ingenuidad de Zapatero vendría de la mano de una política de acoso y derribo a todo lo que el PP había construido en sus 8 años de Gobierno, que el talante sería sólo la vestimenta de cordero en que se escondería el lobo. Bloquear la reforma de la Educación, sustituir por ocho páginas y kilómetros cuadrados de desaladoras el Plan Hidrológico Nacional, acabar con el déficit cero, y todo ello aliñado con un reportaje en Vogue de las ministras, la foto de la vuelta de las tropas de Irak, el discurso de Zapatero en Naciones Unidas no ha sido suficiente. Ahora llegan las purgas políticas, una especie de limpieza ideológica o de discriminación por cuestiones de ideas. Ha llegado a España la dictadura democrática del Partido Socialista. Consiste, señoras y señores, en utilizar e instrumentalizar el sistema democrático y su flexibilidad para realizar una toma del poder incruenta y marginar toda idea que no concuerde con las del partido en el poder. Así, 21 centros penitenciarios han sido relevados de sus puestos, y otros 20 han sido cambiados de destino, al parecer, por cuestiones ideológicas. Y esto, siendo una limpieza ideológica, no es aún lo peor: Carmen Gallizo, directora General de Instituciones Penitenciarias, está preparando las cárceles españolas para que los motines internos sean la forma más rentable de hacer presión, y para que delinquir sea el camino más corto para que un inmigrante ilegal de origen musulmán obtenga sus papeles. Desoyendo las reivindicaciones de los trabajadores de las prisiones, que le alertan de la existencia de grupos de islamistas organizados en las cárceles españolas –por ejemplo, en Topas, Salamanca-, propone medidas de escándalo. Según la COPE, este grupo islámico de unas 14 personas no admite que en las atenciones sanitarias trabaje personal femenino, y altera el orden y ritmo en la prisión con una organización paralela. Carmen Gallizo, sin embargo, lo que pretende es tratar a los presos musulmanes para que en la cárcel aumenten su nivel de vida, favorecerles a la hora de asignar trabajos –lo que significa que los ilegales obtendrían papeles estando en la cárcel antes que los que están fuera-, y delinquir sería el camino más corto para obtenerlos. A esto hay que sumarle las medidas que Gallizo quiere aprobar para facilitar a los presos el régimen abierto, cuando la experiencia demuestra que los presos reincidentes aprovechan cualquier oportunidad para cometer otra vez los delitos que les llevaron a prisión. La dictadura democrática del Gobierno del PSOE quiere también reformar el sistema de elección de miembros del Consejo General del Poder Judicial, y en dictamen, éste órgano considera que la reforma le deja “herido de muerte”. El Gobierno termita de Zapatero va poco a poco carcomiendo las bases que podrían haber llevado a España a ser un país de primera para hundirlo en el fondo de los mares de Marruecos.
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Amalia Casado
Licenciada en CC. Políticas y Periodismo
Máster en Filosofía y Humanidades
Buscadora de #cosasbonitasquecambianelmundo