No me conmueven tus ojos vidriosos bañados por intentos de lágrimas, ni tu voz quebrada al hablar de la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para hacer cumplir la ley en la farsa de referéndum independentista. No me estremece tu dolor por los heridos de aquel aciago 1 de octubre, ellos sí son víctimas de unos políticos irresponsables que les hacen participar en una ilegalidad que tú mismo te has encargado de fomentar. Y aunque no lo comparta, tampoco me apena que seas pitado cuando vistes la camiseta de España, de alguna forma, te lo has buscado.
Por mucho que te empeñes en parecerlo, tú no eres una víctima, Piqué, y sí lo son los millones de catalanes que se sienten igualmente españoles y no pueden expresarlo abiertamente por temor a presiones o amenazas, mientras a ti te importa bien poco la repercusión de tus continuas opiniones en medios y redes sociales. Esas que lanzas con la total libertad de expresión que te garantiza el estado al que defines como opresor. Esas que viertes desde una posición pública y privilegiada con la seguridad de que ninguna reacción, favorable o contraria, vaya a afectar mínimamente a tu vida acomodada.
Son víctimas tus conciudadanos que ahora viven en tensión, en una sociedad cada vez más fracturada y enfrentada por culpa de un Gobierno egoísta que dinamita el respeto, la tolerancia y la convivencia para hacer realidad su proyecto rupturista. Son víctimas también los aficionados canarios que volaron a la península para animar a su equipo en el Camp Nou y tuvieron que ver el partido por la televisión. Son víctimas los culés andaluces, gallegos, argentinos o australianos que con la entrada comprada viajaron hasta Barcelona para que les dieran un portazo en la cara, disputando el partido a puerta cerrada.
Todo porque te quisiste volver a posicionar, mostrando solidaridad con una parte del pueblo catalán. Qué crees que va a pensar la gente, Piqué, si apoyas una consulta ilegal promovida y organizada por el bando secesionista. Una consulta convocada de forma antidemocrática, saltándose la Constitución, violando el reglamento del Parlament e ignorando los derechos de la oposición. Qué va a pensar el aficionado de la selección si participas en una consulta que pretende separar un territorio del país que está en su corazón.
Te resguardas bajo el paraguas del ‘derecho a decidir’ para no mojarte públicamente, destacas un compromiso con la selección que en un profesional se da por sentado y das a entender con tu astuta ambigüedad que no eres independentista. Pero ya no cuela tu estrategia victimista, la de deslizar que si molestas en la selección no tendrás ningún problema en hacerte a un lado. Aunque haya mucha gente que quiera verte fuera, nadie en la Federación va a darte el gusto de decirte que te vayas. Si fuera así, te convertirían en el mártir que pretendes ser, encontrarías la excusa que buscabas para reafirmarte en tu cruzada.
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