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Lo que le costó –y le cuesta- a Argentina ‘salir del hoyo’

Por Ana Romero VicenteTiempo de lectura2 min
Economía31-07-2004

La historia de Argentina no es fácil de contar. Algunos determinan que la crisis que se desató en el 2001 no fue sino consecuencia de heridas del pasado sin curar. Sea como fuere, coyuntural o estructural, hablar directamente de hechos es más esclarecedor.

Y asociarlos al Fondo Monetario Internacional quizás sea la mejor forma de perderse en un mar de dudas. Pero es inevitable, porque la crisis económica y financiera argentina se desató cuando la política del país estaba siendo observada atentamente por el FMI. Éste organismo lo vendía al resto del mundo como el país con un comportamiento estrella, una visión demasiado esperanzadora y optimista, según ha reconocido el propio Fondo recientemente. Cuando comenzó a percatarse de que el estado andino no llegaba a fin de mes, extendió varias líneas de crédito junto con el Banco Mundial, a pesar de que los gobiernos de turno tuvieron poca deferencia con su prestamista y nunca plantearon medidas de recuperación certeras. Tampoco las exigió el Fondo o, al menos, se fió de las pocas que prometían los dirigentes del momento. Tras largos meses, y años, de auténtico suplicio para los argentinos, el FMI ya ha optado por cortar el grifo, lo que supuso abandonar la paridad peso-dólar y suspender el pago de la deuda. Hasta este momento, son muchas las fases por las que ha pasado la economía de uno de los países más ricos del mundo -por la riqueza de sus terrenos y abundante materia prima-. El famoso corralito de Eduardo Duhalde causó verdaderos ahogos en numerosas familias. También Argentina sucumbió a una esperada, aunque poco deseada devaluación. Los problemas derivados del impago a los acreedores se van multiplicado cada día más, pero lo que sin duda ya no podría salvarse ni con dinero son las numerosas personas que han muerto de hambre en Argentina: más de la mitad de su población ha conocido lo que es vivir en la pobreza.