TOROS
¬El Cid¬, único beneficiado de la corrida más importante del año
Por Almudena Hernández2 min
Espectáculos10-06-2004
Además de ser uno de los conquistadores de la reciente feria de San Isidro, Manuel Jesús El Cid ha sido el salvador de la corrida de la Beneficencia. El festejo, que se celebró el pasado jueves día 10 y contó con la presencia de Su Majestad el Rey, se salvó gracias a la disposición y las ganas que puso el torero sevillano, que entró en el último momento en un cartel del que se han ido cayendo los nombres.
Si durante el serial isidril la empresa Toresma II recibió numerosas críticas ante la pesencia y ausencias de ciertos diestros y ciertas ganaderías, la corrida de la Beneficencia también las tiene. Los toros lidiados estaban marcados con el hierro de Alcurrucén, ganadería propiedad de los empresarios de Las Ventas. Por suerte, los primeros ejemplares que saltaron al ruedo tuvieron buen juego para los toreros, aunque sólo El Cid supo aprovecharlo, en cierto modo. De nuevo ante la afición de Madrid, El Cid dejó ver su concepto del toreo en ese primer toro de la tarde: pases ligados, templados y poderosos, con ritmo y recursos. Un repertorio de toreo aireado, con sabor añejo pero renovado y salpimentado de alegría. Pero, al igual que pasó días antes, El Cid también falló con la tizona en la corrida de la Beneficencia. Esta vez fue sólo una vez, para después ejecutar más certero la suerte. No pudo lucirse con el cuarto toro de la tarde, pues el animal se rompió una pata y se le tuvo que apuntillar. Sus compañeros de cartel, Serafín Marín y Matías Tejela no dejaron ver en esta ocasión esas maneras que sorprendieron a los tendidos durante la feria. Por aquellos logros los dos jóvenes se hicieron un hueco en la corrida del año, de cuyo cartel original se cayeron César Rincón y José Antonio Morante de la Puebla. El primero causó baja por una lesión. El segundo, por su retirada de los ruedos. Situaciones como estas hacen reflexionar lo que en los últimos años lo están pidiendo a gritos los sectores más consecuentes de la Fiesta: que no se cierren las combinaciones con tanta antelación, para que tengan cabida las nuevas generaciones. La Fiesta necesita que el mercantilismo deje pasar al romanticismo, pues el dinero y los intereses no la salvarán de sus males. En ello pueden reflexionar también los empresarios de la primera plaza del mundo, la Monumental de Las Ventas. Los hermanos Lozano se pensarán estos meses en pedir una prórroga al contrato de explotación de la primera plaza del mundo. Están a tiempo de aportar su granito de arena.