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RUANDA

Décimo aniversario de las matanzas entre hutus y tutsis

Por Alejandro RequejoTiempo de lectura3 min
Internacional11-04-2004

La masacre comenzó en la noche del 6 de Abril de 1994. El avión en el que viajaba el presidente de la República, Juvenal Habyarimana, fue derribado por dos misiles. A partir de ese momento las milicias hutus -mayoría étnica del país- y las Fuerzas Armadas ruandesas encabezaron un ejército formado en su mayoría por civiles, que, provistos de palos y machetes, comenzaron la masacre.

La revuelta estaba destinada a acabar con la minoría tutsi que durante años había conducido el país, pero también hacia aquellos hutus que creían en la convivencia pacífica entre ambas etnias. En menos de cuatro meses murieron entre 800.000 y un millón de personas. Los expertos llegaron a estimar que el ritmo de asesinatos con simples machetes fue mayor que el de las cámaras de gas de la Alemania nazi. Por su parte, la comunidad internacional se mostró impasible ante los hechos y la ayuda llego después de que la masacre ya se hubiera consumado. Hace algunas semanas, en un acto en la ONU, Kofi Annan, jefe de operaciones de paz en la época de los hechos, entonaba un mea culpa diciendo que se había percatado más tarde de la gravedad de los acontecimientos y que lamentaba que la ONU y el mundo hubieran permanecido inactivos. En occidente también se prefirió hablar de crisis humanitaria en lugar de abordar el tema como un genocidio organizado según se demostró más tarde. En la actualidad, Ruanda se encuentra inmersa en un proceso de reconciliación y recuperación. La economía del país crece a una media del 8 por ciento desde 1997 -a pesar de la crisis agrícola- en parte gracias al crecimiento económico de Kigali, la capital. Favorecida por la inmigración procedente de zonas rurales, su población crece a un ritmo del 15 por ciento anual y parece una gigantesca obra en construcción que tira de la economía general. El presidente Paul Kagame fue reelegido en Agosto con un 95 por ciento de los votos. Kagame puede mostrar un balance positivo de su gestión, que incluye la retirada de las tropas ruandesas de la Republica Democrática del Congo; la reconstrucción de gran parte de las infraestructuras y los servicios públicos arrasados durante la guerra; la descentralización de la Justicia, que permitirá acelerar los procesos contra los presuntos responsables del genocidio -hasta ahora 130.000 detenidos y solo 16 condenados-; y sobre todo un importante esfuerzo de reconciliación oficial. La semana pasada se cumplieron diez años de estos lamentables sucesos y por este motivo fueron muchas las organizaciones y entes públicos los que quisieron rendir homenaje a las víctimas. Ruanda inició los ceremoniales con la inauguración de un Memorial Nacional, en presencia de jefes de Estado africanos y de la diplomacia internacional. Más de un centenar de supervivientes acudieron al acto con ramos de flores y fotografías de sus seres queridos fallecidos durante las masacres. El presidente ruandés, Paul Kagame, estuvo acompañado por los gobernantes de Etiopia, Kenia, Burundi, República Democrática de Congo, Uganda y Sudáfrica. También acudió una representación de Bélgica – antigua potencia colonial en Ruanda- encabezada por el primer ministro, Guy Verhofstadt. Durante el acto, Kagame recibió de manos de una niña que sobrevivió al genocidio una antorcha con la que el mandatario prendió una llama conmemorativa que se mantendrá encendida durante cien días, el mismo número de jornadas que duraron las matanzas. Las celebraciones continuaron con una ceremonia multitudinaria en el estadio de Kigali -capital del país- en la que se guardaron tres minutos de silencio y se dedicaron diferentes canciones y rezos a la memoria de las víctimas. Por su parte, la ONU recordó con cierto sentimiento de culpabilidad el décimo aniversario del genocidio a través de actos conmemorativos y de invitación a la reflexión sobre como se puede reaccionar mejor a los preludios de estas atrocidades. La Asamblea General fue el escenario de los actos, donde se leyeron varios discursos que se intercalaron con cánticos y campanas de duelo. La intervención más emotiva fue la que protagonizó una joven de 19 años que sobrevivió a la masacre y que describió la suerte que corrieron los integrantes de su familia -campesinos de origen tutsi-, quienes fueron mutilados y masacrados hasta la muerte. Finalmente, la institución declaró el 7 de Abril “Día internacional para la reflexión sobre el genocidio”.