CARMEN LAFORET

Ya no queda ¬Nada¬

Por Roberto González García2 min

Cultura29-02-2004

Su juventud no le impidió romper con la literatura de posguerra. Por ello consiguió ganar el Premio Nadal en su primera edición. No hizo Nada especial para ello, pero su novela removió completamente la Literatura de la época. Había comenzado los estudios de Folosifía y Letras, en Barcelona, y Derecho, en Madrid. Pero dejó ambas licenciaturas por adentrarse en el mundo de la novela.

Fue ese Madrid de Posguerra quien la marcaría para afrontar NAda, su primera novela. Tenía 21 años, y además era mujer. Algo impensable en aquella época, pero como se trataba de un Premio nuevo, el Nadal, la noticia pareció ser admitida. Recibió sus primeros elogios de Azorín y de Juan Ramón Jiménez, y también obtuvo el premio Fastenrath, que concede la Real Academia Española. Su segunda obra fue La isla y los demonios, que apareció en 1950. Cinco años después conseguía los premios Nacional de Literatura y Menorca con La mujer nueva. Se tomó su tiempo para, en 1963, publicar La insolación, primer volumen de la trilogía que cerró en 1967 y tituló Tres pasos fuera del tiempo; las otras dos entregas fueron Mis mejores páginas y Paralelo 35. Su laor literaria continuaría en los años siguientes con cuentos y relatos breves. Carmen Laforet se casó en 1946 con el periodista y crítico literario Manuel Cerezales, de quien se separó en los años 70 con el que tuvo cinco hijos, dos de ellos también escritores. Además, era la abuela materna del actor Liberto Rabal, nieto de Paco Rabal y Asunción Balaguer. Cuando no dijo adiós, contaba ya con 82, y padecía el mal de Alzheimer. Ha bía abandonado la vida pública hace 20 años, y ese deseo de intimidad contuniará durante su muerte, ya que el entierro será presenciado sólo por familiares y amigos cercanos. El próximo mes de mayo, la editorial Destino publicará una novela inédita de la autora, Al volver la esquina, escrita en los años setenta. Según la editorial, se trata de "una novela de personajes inusuales y complejos que ya habían compartido amistades en la adolescencia y que se reencuentran en una lluviosa noche toledana, conformando un grupo de relaciones cruzadas y peculiares". Según el escritor Antonio Vilanova, que conoció a Carmen Laforet en su etapa de estudiante, la escritora fallecida era "una persona aparentemente tímida y reservada, muy fina y delicada, con unos pocos amigos muy íntimos".