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Nacionalismo vasco: de las guerras carlistas a la Ley de Partidos

Por Raúl Romero MartínTiempo de lectura4 min
España28-09-2003

Concluida la última Guerra Carlista (1839), se acusa a los vascos de haber apoyado la causa derrotada y cae sobre ellos la culpa del desastre. El gobierno liberal decide suprimir el poder judicial y legislativo del País Vasco. La derrota de los carlitas en 1876 lleva al poder a Canovas del Castillo, quien el 21 de julio del mismo año suprime definitivamente todos los Fueros.

Como consecuencia de esta nueva situación, comenzó a desarrollarse un sentimiento netamente nacional liderado por Sabino Arana fruto del cual surge el EAJ/PNV (Euzko Alderdi Jeltzalea/ Partido Nacionalista Vasco) en el Bilbao de 1895. Arana – Goiri hizo de la lengua vasca la piedra angular de su movimiento y basa su pensamiento en “la diferencia racial y regional – casi absoluta- existente entre los vascos y el resto de los españoles”; Arana define el concepto de “Nación vasca” y determina el “ser” del pueblo vasco. Cierto es que, durante los últimos años de su vida y en su última etapa intelectual, Arana concluía que era necesario ser español para ser vasco. Estas últimas reflexiones de Arana quedaron en el olvido a su muerte. El Partido Nacionalista Vasco continuó su expansión agarrado al los planteamientos más fundamentalistas de Arana, aunque y los ideales sabinianos se disgregan en dos corrientes: a) la nacionalista intransigente, que ve Euskadi como país ocupado, y b) la nacionalista moderada, que aboga por el entendimiento entre el Estado autónomo y el Estado español. Los años del franquismo son para el nacionalismo años de represión. El sentimiento nacionalista no tiene lugar en la España de Franco, “una y libre”. Ya antes, en plena Guerra, las Cortes del Estado aprueban el primer Estatuto de Autonomía Vasco y el dirigente nacionalista Antonio Aguirre es elegido lehendakari; pero la legislación vigente entre 1939 y 1975 no reconoce la personalidad histórica del País Vasco. La dictadura se empeñó en borrar las fronteras lingüísticas y culturales de la región. Con la ley de responsabilidades políticas (9 de febrero de 1939) se ilegalizaron todos los partidos y organizaciones políticas o sindicales. El castellano es la lengua del imperio y se prohíbe el uso del euskera, el catalán y el gallego. En 1959 aparece una nueva organización: “Euskadi ta Askatasuna”, ETA (“Euskadi y libertad”). En 1960 muere en el exilio Aguirre y le sustituye Jesús María Leizaola. Siete años después, ETA se auto define como “movimiento socialista vasco de liberación nacional”. El 7 de julio del 68 se produjo el primer muerto de ETA y el 2 de agosto muere, en el primer atentado, el comisario Melitón Manzanas, jefe de la brigada político-social de Guipúzcoa. Tras los 40 años de dictadura, y al morir Franco, el Estado español optó por la transición hacia un régimen democrático. De la mano de Leizaola, los nacionalistas vascos abogan por la abstención ante la nueva Constitución. En los primeros años del postfranquismo el impulso nacionalista fue tan poderosamente manifestado que obligó a los políticos a plantearse la reforma administrativa y territorial del país. De este planteamiento resulta el Estado de las Autonomías, configurado a partir de la Constitución de 1978. En 1979, el Estatuto de Guernica, aprobado el 18 de diciembre, refrendado libremente por la ciudadanía vasca, constituyó el marco jurídico-político para acceder al autogobierno y regular su convivencia política. El Estatuto determina geográficamente al País Vasco, define su bandera y el euskera como lengua propia y sostiene que los derechos y deberes fundamentales de los vascos son los establecidos en la Constitución. La derrota de los socialistas en 1996 da el poder al Partido Popular, Aznar necesita el apoyo de los nacionalistas para formar gobierno: las relaciones Madrid-Bilbao se estrechan. El Partido Popular comienza una firme lucha antiterrorista de la mano del entonces ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. El verano de 1997, ETA secuestra a un concejal del PP en Ermua; dos días más tarde, el 12 de julio, Miguel Ángel Blanco es asesinado por la espalda, arrodillado y con las manos atadas. Un vasco mató a otro vasco. El 16 de septiembre del año siguiente ETA anuncia su tregua, el año 98 es el del Pacto de Estella. Con el retorno de ETA a la violencia terrorista, el Partido Popular y el Partido Socialista deciden aunar esfuerzos para combatir el terrorismo y acuerdan que el terrorismo es un problema de Estado, que no es compatible la violencia con el ejercicio de la acción política democrática, defienden los derechos y libertades del conjunto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, ponen de manifiesto la importancia de la cooperación internacional para la lucha antiterrorista, convierten a las víctimas del terrorismo en su principal preocupación y ratifican el compromiso de trabajar en común para la defensa del derecho a la vida y la libertad de los españoles. El acuerdo PP – PSOE aprueba en junio de 2002 la Ley de Partidos Políticos, marco legal que hizo posible la ilegalización de Batasuna. Tras 25 años de Constitución, el nacionalismo vasco boicotea y desafía constantemente el Estado español, hasta presentar un plan para subir el último escalón antes de la nunca confesada pero siempre buscada independencia del País Vasco.