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TOROS

La Corrida de la Beneficencia: los valientes al sol

Por Almudena Hernández PérezTiempo de lectura1 min
Espectáculos19-06-2003

Una gotita se escurría por la frente, otra por la espalda, por el canalillo alguna de vez en cuando y aquello parecía el anuncio de los sanitarios de Roca. Pero no, aquello era muy común el jueves de la semana pasada en los tendidos de sol de la plaza de Las Ventas. Si miles de almas son capaces de aguantar 40 grados al sol la Fiesta de los toros está viva.

Más viva podría estar si la de la Beneficencia de Madrid hubiese sido la corrida del siglo, que a este paso habrá que esperar al que viene. En el segundo toro de Samuel Flores, después de la actuación de Enrique Ponce, las gotitas se habían convertido en cascadas de sudor. Algún que otro espectador acabó con los pies en alto después de los soponcios que ocasionó el calor a lo largo del festejo. Tampoco destacó el triunfador de la Feria de San Isidro, José Pacheco El Califa, con los toros de su lote. La corrida estuvo compuesta por astados grandes, cornalones, blanditos y sosotes, y por toreros aletargados, a pesar de la expectación. Tanta que fueron hasta los reyes. El de España, don Juan Carlos, presidió su palco, con la plaza engalanada para la ocasión. El otro -coronado por David Beckham como tal, el fubtolista del Real Madrid, Raúl, muy amigo de Ponce- ocupó un asiento en el burladero de apoderados. Ambos, como otros tantos miles de personas, no llegaron a entusiasmarse. Hubo, sin embargo, una ocasión clara para el triunfo: la faena de José Ignacio Uceda Leal al tercero. El torero madrileño ejecutó muletazos entonados, con regusto y mató de una estocada entera. Pero el toro no rodó y, cuando cogió el descabello, marró en repetidas ocasiones. Saludó una ovación, de menor clamor que con la que había recibido el respetable al Rey. Quizás las manos estaban ocupadas con los abanicos o en cortar el recorrido de las gotitas.