VIOLENCIA DOMÉSTICA
El 15 por ciento de las españolas sufren maltrato de su pareja
Por Aarón Abad1 min
Sociedad24-10-2002
A la creación de una Subcomisión en el Congreso para perseguir la violencia doméstica se va a sumar pronto la aprobación de un paquete de medidas para tratar de erradicarla. Pero para que cualquier aplicación a la práctica sea eficaz es imprescindible conocer al agresor. Para ello la mujer debe denunciar y reconocer los malos tratos.
Cada vez hay más mujeres que se atreven a dar ese paso para reclamar justicia y dejar el miedo, como ha podido verse en los últimos cuatro años. Es la consecuencia de las muchas campañas de sensibilización emitidas en televisión, radio o prensa, respaldadas por el Gobierno y asociaciones feministas. La encuesta que ha hecho el Instituto de la Mujer revela que sólo cuatro de cada quince mujeres maltratadas da el paso de reconocer el maltrato. Muchas mujeres aceptan que su pareja abusa física o psicológicamente de ellas pero se niegan a reconocer que son víctimas de malos tratos, una palabra que goza de una horrible reputación, tanto para el agresor como para la víctima. El 75 por ciento de las mujeres que sufren malos tratos los aguantan durante cinco años, hasta que se convierten en violencia física o sexual repetida. Existen según el Instituto de la Mujer varios tipos de violencia de distinto grado. Y el hombre no comienza por la agresión física, sino que poco a poco va introduciendo la violencia en la vida de pareja. Comienza con una violencia sutil, ridiculiza a la mujer, se ríe de sus opiniones, no respeta su inteligencia... pasa después a la violencia psicológica, creándola inseguridad, insultándola y ofendiéndola. El siguiente paso es la agresión física, que empieza con empujones, agarrones y acaba con golpes incluso ayudándose de objetos. El último paso es el uso de la fuerza para abusar sexualmente de la mujer. El proceso es progresivo de forma que muchas mujeres no ven o no quieren reconocer lo que las sucede. Además temen represalias si denuncian o no tienen seguridad económica, lo que ayuda a mantener al agresor en el anonimato.