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PRÍNCIPE DE ASTURIAS 2002

Un proyecto lleno de esperanza

Por Marta Escavias de Carvajal GómezTiempo de lectura2 min
Cultura25-10-2002

La vigésimo segunda edición de los Premios Príncipe de Asturias ha tenido lugar un año más en el Teatro Campoamor de Oviedo. Una noche llena de galardonados donde la palabra esperanza quedó patente en cada uno de ellos.

Los Premios Príncipe de Asturias están destinados a galardonar la labor científica, social y cultural en todo el ámbito internacional, ahondando en la comunidad iberoamericana de naciones por personas, equipos de trabajo o instituciones cuyos logros constituyan un ejemplo para la humanidad. Este año y tras el telón de fondo de la música de Haendel, el Teatro Campoamor albergaba ocho de estos premios, dotados con 50.000 euros, una escultura exclusiva de Joan Miró, un diploma y una insignia condecorativa. El acto fue presidido por el Príncipe Don Felipe acompañado de su madre la Reina. Las notas del himno nacional y multitud de aplausos recibieron a los premiados. El acto comenzó con un emotivo discurso del heredero de la Corona, lleno de optimismo y vitalidad porque, a pesar de las tragedias y fracasos de la historia,"las puertas de la esperanza siguen abiertas". Apostó por "un mundo nuevo, que inevitablemente tendrá que ser regido por una ética global, respetando la diversidad de culturas" así como por la cooperación y la unión. Después de estas palabras mencionó a todos los galardonados: destacó el ingenio de Woody Allen, la conciencia insobornable de Arthur Miller y la valentía y tenacidad de Barenboim y Said. Este año el público presente tuvo más difícil que nunca elegir un favorito. Medios de comunicación y organizadores coincidieron en denominar esta edición como el mayor conjunto de talento y prestigio. Finalmente las más cálidas ovaciones fueron dirigidas a Daniel Barenboim y y Edward Said por su esfuerzo y la paz, la simpática genialidad de Woody Allen y la presencia del fútbol brasileño.Arthur Miller relató sus más profundos recuerdos sobre una España sumida en la Guerra Civil en parangón con la España actual, calificándola de "moderna y democrática". Barenboim y Said confirmaron su idea de que en Oriente Medio es posible la paz y la concordia dando pasos como este que "no van a cambiar el mundo, pero que todos tenemos la obligación de dar". De la nota humorística se encargó el famoso cineasta Woody Allen quien no dudó un solo segundo en atacar el cine de Hollywood en beneficio del cine europeo, al cual decidió rendir homenaje con una elogiosa referencia a Almodóvar.