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ECONOMÍA EUROZONA

El BCE duda sobre el crecimiento continuo de la eurozona

Por Selene PisabarroTiempo de lectura2 min
Economía10-03-2016

La crisis que vive la eurozona deja un nivel alto de paro, los precios que intentan sortear la deflación y una cifra muy elevada de deuda que se nota tanto en los bancos como en las empresas y las familias. El presidente del BCE, Mario Draghi ha puesto en duda que la zona euro siga creciendo al mismo ritmo. A pesar de estos factores, sentencia que “no hay deflación” y precisamente aparecerá si no se actúa.

Europa intenta crecer económicamente mientras la crisis aún planea sobre su cielo. La eurozona creció un débil 0,3% durante los últimos tres meses del año pasado y cerró 2015 con el crecimiento del 1,6%, cinco décimas más que en 2014. Se debe, en parte, a la inversión en equipos y en construcción.  Sin embargo, uno de los países que está demostrando su auge –y su poder económico- es Alemania. El país que gobierna Angela Merkel ha sido uno de los más duros y el que más ha pedido que se apliquen contundentemente las medidas de la troika con los que más se han arruinado.

Antes de la crisis Alemania, Austria, Finlandia y los Países Bajos contaban con un superávit. Sin embargo, Grecia, Portugal y Chipre alcanzaron un déficit de entre el 12 y el 15% del PIB, mientras que el de Irlanda estaba en el 5,7%. Ahora, todos cuentan con un superávit excepto Chipre –aunque tiene menos-, al tiempo que se ha conocido que Irlanda creció en 2015 un 7,8%. España creció un 0,8% entre octubre y diciembre, mientras que Alemania un 1,3%, Francia un 1,4% y Reino Unido un 1,9%. En el caso de Suecia, aumentó un 1,3%, Estonia un 1,2%, Polonia y Rumanía un 1,1% y Hungría y Eslovaquia un 1% en el último cuatrimestre de 2015.

El Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) han exigido unos fuertes ajustes que implicaban austeridad y reformas económicas con el objetivo de que los países más golpeados por la crisis pudieran crecer a largo plazo. En medio de una fuerte oposición al mandato de las tres instituciones, Portugal, España o Grecia han acatado las condiciones para seguir manteniéndose dentro del euro y bajo sus directivas.

El BCE rebajó las tasas de interés hasta el 1% en el 2009 y redujo las garantías que exigía a los bancos para prestarles dinero, además de que compró deuda privada. Un año después, comienza a comprar deuda estatal para bajar la prima de riesgo de los países en los que estaban abarcados completamente por la crisis, como Grecia.

El objetivo del gran banco europeo entonces era mantener la inflación en niveles cercanos al 2%, pero sin dejar que aumentaran. Ya en plena crisis, inyecta un billón de euros entre el 2011 y el 2012 con tal de salvar el euro –de ahí el mote del presidente, “Súper Mario”-. La guinda la puso en 2014 cuando anunció que los bancos deberían pagar si deseaban almacenar su dinero en el BCE, una medida que jamás se había realizado. Además, hace un año, Draghi avisó de que compraría bonos públicos y privados por un valor mensual de 60.000 millones de euros hasta marzo de 2017 dentro de un programa de expansión cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés).