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LETRAS

Existe un lugar para las mujeres en la literatura

Por Sandra SánchezTiempo de lectura4 min
Cultura08-03-2016

¿Por qué siempre ha habido más escritores que escritoras? Frecuentemente las primeras escritoras, en un mundo de hombres, se daban a conocer a través de seudónimos, aunque esto les supusiese no gozar del prestigio y reconocimiento público. Eran capaces incluso de atribuir las obras a sus maridos: María Lejarraga fue autora de las obras firmadas por su esposo Gregorio Martínez Sierra, y a Zelda Fitzgerald, su marido llegó a prohibirle publicar su Diario porque él lo necesitaba para su propio trabajo.

Encontrar escritoras nacidas antes del siglo XIX no es algo que resulte tarea sencilla. Sin embargo, no podemos pasar por alto nombres de auténticas revolucionarias para la época que les tocó vivir. Destacó Santa Teresa de Jesús, cuyos textos fueron vigilados muy de cerca por la inquisición. “Lee y conducirás, no leas y serás conducido”, reivindicaba. También cabe destacar a Sor Juana Inés de la Cruz, popular exponente del Siglo de Oro español y gran defensora de los derechos culturales de la mujer, y a Madame de Staël, con gran influencia en la vida cultural parisina. 

La llegada del siglo XIX no implica que fuera un periodo sencillo. Sólo algunas valientes se atrevieron a desafiar los cánones de su tiempo y buscaron formas de estar presentes en lo público. Con el romanticismo, la rebeldía y la libertad comienzan a exaltarse, pero la sociedad aún no estaba preparada para soportar que una mujer tuviera la misma relevancia que un hombre.  Esto explica por qué muchas escritoras de la época tuvieron que publicar su obra bajo seudónimos masculinos, como es el caso de las hermanas Brönte.

Estas hermanas se caracterizan por su rebeldía. Charlotte, con su obra Jane Eyre innova en la forma de pensar y actuar de su protagonista, por ello es considerada una de las novelas precursoras del feminismo y tuvo tanta polémica.  Anne, de manera similar a la novela de su hermana, muestra en Agnes Grey la posición precaria que afronta una institutriz y cómo afecta esa situación a una mujer de la época. Emily opta por dar vida a Catherine, protagonista de Cumbres Borrascas donde rompe con el orden y la jerarquía de la sociedad del momento.

Con la llegada del realismo a partir de la mitad del siglo XIX se empieza a buscar la representación objetiva de la realidad y emerge un nuevo tipo de imagen femenina.  La mujer anulada y oprimida por la sociedad comienza a rebelarse contra lo establecido y se deja llevar por sus pasiones e impulsos  para romper con los prototipos impuestos por la sociedad tradicional. Algunos escritores mostraron esta situación a través de sus obras, como en Madame Bovary, La Casa de Bernarda Alba o Tristana . La sociedad inicia una toma de conciencia sobre la situación y aparecen los movimientos feministas que sirvieron para que las mujeres luchen por sus derechos y cambien su situación, proliferando entonces grandes autoras femeninas en el ámbito de la literatura.

En muchos lugares del mundo consiguieron hacerse oír grandes escritoras desafiando las normas impuestas en la sociedad. En Inglaterra, fue Virgina Woolf con su ensayo Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción. Refleja su propia lucha por reivindicar el papel de la mujer en la literatura y es considerado uno de los textos más célebres en el movimiento feminista por exponer las dificultades de las mujeres para consagrarse como escritoras en un mundo dominado por hombres. Ya lo avisó ella: “Creo que pasará aún mucho tiempo antes de que una mujer pueda sentarse a escribir un libro sin que surja un fantasma que debe ser asesinado, sin que aparezca la peña contra la que estrellarse”.

Harriet Beecher Stowe, en Estados Unidos, levantó una gran polémica con su novela La cabaña del tío Tom que contribuyó  profundizar el debate sobre la legalidad de la esclavitud y a ampliar la conciencia de los estadounidenses respecto al sistema esclavista. Tanto que cuando el Presidente Lincoln conoció a la autora del libro en 1862, en plena Guerra de Secesión, le comentó: "De manera que es usted la pequeña mujer que escribió el libro que provocó esta gran guerra”.

No podemos olvidar tampoco en España autoras como Rosalía de Castro o Emilia Pardo Bazán. “Todavía no les es permitido a las mujeres escribir lo que sienten y lo que saben” Mostraba Rosalía. “No dejan pasar nunca la ocasión de decirte que las mujeres deben dejar la pluma y repasar los calcetines de sus maridos”,  expresaba así la situación que atravesaba.  Su compañera, Emilia, denunció la desigualdad educativa entre el hombre y la mujer y llegó a ser la primera mujer en presidir la Sección de literatura del Ateneo de Madrid y la primera en ocupar una cátedra de literaturas neolatinas en la Universidad Central de Madrid. Además trata la sexualidad de las mujeres y el derecho al deseo, construyendo personajes femeninos  en situaciones alto tono erótico.

En el siglo XX sobresale Simone Beauvoir, cuya literatura está influenciada por los postulados del existencialismo. Las mujeres son su tema central y consigue un gran éxito con El segundo sexo, el ensayo feminista más importante del siglo, donde analiza la condición de la mujer occidental desde un punto de vista histórico, filosófico y político. Tuvo tanto impacto que se llegaron a vender 22.000 ejemplares en una semana.

 

Gracias a mujeres como estas, que han luchado para que la mujer tenga un lugar en la literatura, hoy día no es difícil publicar un libro por la condición sexual. Ya lo dijo Safo, una de las pioneras poetisas: “Alguien se acordará de nosotras en el futuro”.