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COREA

Corea del Norte pide perdón por el rapto de ciudadanos japoneses

Por Txema GarcíaTiempo de lectura1 min
Internacional21-09-2002

La visita de Koizumi fue la primera de un gobernante nipón a un líder de Corea del Norte, país que estuvo colonizado por Japón entre 1910 y 1945. La importancia del acercamiento radica no sólo en las relaciones bilaterales Corea del Norte-Japón, sino que puede suponer el primer paso para entablar conversaciones entre Pyongyang y Washington, quien considera al régimen comunista, junto a Irak e Irán, como parte del eje del mal y le acusa de desarrollar armas de destrucción masiva.

Junichiro Koizumi, antes del inicio de la visita, supeditó cualquier acuerdo que se pudiese alcanzar al reconocimiento por parte norcoreana del secuestro de casi una docena de ciudadanos japoneses desaparecidos entre 1977 y 1983. El líder coreano Kim Jong-il finalmente y por primera vez admitió la responsabilidad de Pyongyang en los raptos y confesó que sólo cuatro de los 11 desaparecidos están aún con vida. Los secuestrados apenas tenían 20 años. El dirigente comunista aseguró que no volverá a pasar, que los supervivientes pueden regresar a la isla si así lo desean y, aunque no explicó su participación en tales sucesos, anunció que los responsables habían sido castigados. Las circunstancias de esas muertes no están claras. Según explicó Kim los ciudadanos japoneses fueron secuestrados ante la necesidad de enseñar el idioma y costumbres niponas a un grupo de espías norcoreanos que usó las identidades de los raptados para infiltrarse en Corea del Sur. Asimismo, Pyongyang notificó el fallecimiento de otros dos ciudadanos nipones fuera de la lista de secuestrados, que también desaparecieron en misteriosas circunstancias durante un viaje de estudios en Madrid en 1980, y que según Japón habían sido llevados a Corea del Norte. Kim Jong-il también aseguró que su país mantiene su predisposición al diálogo y le pidió al primer ministro japonés que transmita sus palabras al presidente de Estados Unidos, George W. Bush. En este sentido, se comprometió a no continuar, indefinidamente, con las pruebas de lanzamiento de misiles de largo alcance tal y como le achaca Washington. EE.UU. exige a Pyongyang que ponga fin al desarrollo de armas de destrucción masiva y a la exportación de material bélico, y que permita la entrada de inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) para examinar sus instalaciones nucleares.