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ANÁLISIS DE INTERNACIONAL

Sí mamá, pero que parezca un accidente

Fotografía
Por Isaac Á. CalvoTiempo de lectura3 min
Internacional25-01-2016

— Mamá, mamá, en clase me llaman mafioso.

— No te preocupes, hijo, mañana voy al colegio y hablo con el profesor.

— Sí mamá, pero que parezca un accidente.

Lamentablemente, este chiste malo se ha hecho realidad en el caso de Aleksandr Litvinenko. No había que ser un lince para darse cuenta de que la muerte de este ex espía ruso fue muy sospechosa, y más aún porque se produjo después de que Litvinenko enfermara pocos días más tarde de haberse entrevistado con dos ciudadanos rusos en Londres.

Ahora, nueve años después de aquel suceso, una investigación judicial británica determina que lo ocurrido fue un crimen de Estado y que, muy probablemente, Vladímir Putin, que entonces ya lideraba Rusia, estaba al corriente de lo que iba a suceder.

Litvinenko era un alto cargo del Servicio Federal de Seguridad ruso (el antiguo KGB) y tenía una carrera prometedora. Sin embargo, se convirtió en un sujeto incómodo para el Kremlin, y especialmente para el presidente Putin, a quien acusó de haber cometido actos ilegales e instigar crímenes con tal de llegar al poder.

Poco tiempo después de las denuncias, Litvinenko sufrió una persecución judicial en Rusia, de la que pudo librarse al huir a Reino Unido, donde continuó con su labor de denuncia ante la opinión pública.

Dadas las circunstancias, no sorprende que Litvinenko muriera de esa manera tan sospechosa (y tan típicamente soviética) después de haber quedado a tomar té con dos compatriotas que, en teoría, iban a darle información relevante. Lo que sí llama poderosamente la atención es la forma en que falleció, tan rápido y demacrado. La investigación afirma que el ex espía ruso fue envenenado con polonio 210, una sustancia altamente radiactiva que destruye el cuerpo por dentro.

Generalmente, los encargados de hacer trabajos sucios como estos suelen ser mucho más cuidadosos y más discretos para no levantar sospechas y no dejar pistas. En este caso, es posible que el odio que había despertado Litvinenko en el Kremlin acelerara la operación y, sobre todo, la ejecución, incluso corriendo el riesgo de ser chapuceros. O quizá se quería mandar un mensaje a todos aquellos rusos que tienen la osadía de desertar del sistema oficial. Incluso aunque esta fuera la razón, los que se relacionan con el mundo de los espías saben captar los mensajes sutiles que reciben a modo de asesinatos de antiguos compañeros o de personas cercanas.

Aunque el polonio 210 no es fácil de conseguir y a que todo apunta al Kremlin, Putin y los rusos que se reunieron con Litvinenko niegan su responsabilidad y acusan a la investigación judicial británica de estar politizada y de ser parcial.

El Gobierno británico se ha mostrado consternado ante las conclusiones del informe y el primer ministro, David Cameron, dice que va a tomar medidas para endurecer las relaciones con Rusia. Evidentemente, Cameron está en su papel, va a poner el grito en el cielo y va a hacer el paripé hasta que pase la vorágine y el caso vaya quedando en el olvido.

Rusia es una gran potencia que esta resurgiendo de sus cenizas, y en los últimos meses está tomando decisiones de gran calado internacional. En algunas de ellas, incluso lleva la voz cantante y hace sombra a Estados Unidos. Por tanto, se puede discrepar de los rusos, pero no conviene tenerlos como enemigos porque tarde o temprano habrá que dialogar y negociar con el Kremlin.

Lo que le ha ocurrido a Litvinenko es grave, pero este tipo acciones encubiertas son más frecuentes de lo que la gente se piensa, y no solo las perpetra Rusia. Eso sí, no son tan escandalosas y se tapan mejor.