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Elecciones 20-D

Pablo Iglesias remató mejor el “debate decisivo”

Por David PastorTiempo de lectura4 min
España08-12-2015

Las encuestas de los principales periódicos nacionales han dado de forma nítida como ganador a Pablo Iglesias, aunque las cabeceras de esos mismos medios no lo tienen tan claro y afirman que no hubo un claro vencedor. Mariano Rajoy, presidente en funciones y candidato para estas elecciones generales, puso tierra de por medio hasta Doñana, donde estuvo viendo el debate por la tele, según sus propias palabras.

Como era previsto, la representante del Gobierno, Soraya Sainz de Santamaría, pasó sus peores momentos en el bloque de la corrupción. Los ataques directos que los tres candidatos dirigieron a la vicepresidenta, en relación a los sobresueldos de Bárcenas o la financiación ilegal del partido, solo encontraron las respuestas conocidas dentro del argumentario popular. Sainz de Santamaría no negó los hechos pero insistió en que las irregularidades se encuentran corregidas y actualmente no hay corruptos en sus filas.

En cuestión de empleo se refugió en el dato del último año para decir que el PP ha creado puestos de trabajo, cuando desde la oposición se le cuestionaban los cuatro años de legislatura, terminada con un menor número de afiliados a la Seguridad Social. También mintió cuando dijo la cantidad de trabajadores con contrato indefinido, que según la EPA es un 1,3% menos que hace 4 años, y no la subida del 4% que afirmo la vicepresidenta.

El afectado discurso de la violencia de género contrastó con la reducción del presupuesto de prevención de la violencia machista y el rechazo de la bancada del PP cuando se votó la moción para que ésta fuese una prioridad para el Gobierno. En cualquier caso, los analistas interpretan la ausencia de Rajoy de forma positiva para su partido, ya que no consideran que sus potenciales votantes vayan a sancionar su actitud esquiva con los debates y carente de explicaciones con los medios.

Los candidatos frente a la representante elegida por Rajoy

En la oposición se vio a un Pedro Sánchez decidido a intentar capitalizar el voto del cambio. Asoció a Ciudadanos con el grupo de la derecha inmovilista y afirmó que Podemos no tiene opciones reales de gobierno, algo que, según el candidato socialista, “hasta el propio Iglesias tiene interiorizado”.

Albert Rivera apareció más inquieto y sus intervenciones más grises que en debates anteriores. Se ubicó en posiciones ideológicamente más cercanas al Partido Popular en cuestiones de economía o en el pacto antiterrorista. Volvió a insistir en la necesidad de salir de la dinámica bipartidista, realizando críticas conjuntas tanto a PSOE como a PP, en relación a las puertas giratorias que han venido practicando ambos partidos en los últimos años, a la poca eficacia para bajar las cifras del paro y al eterno juego del “y tú más” de los dos grupos. En otros temas importantes, como la corrupción generalizada o el injusto sistema electoral, compartió críticas con Iglesias.

Rivera parece coincidir también con Podemos a la hora de identificar en el PSOE a su principal adversario. Al finalizar el debate afirmó que “los partidos nuevos salen tocados”, mientras que, dentro del cambio, Ciudadanos supone “la opción sensata”, para el líder de esta formación.

La estrategia del grupo naranja parece consistir en dejar fuera de juego a Podemos, evitar darle protagonismo y seguir recogiendo votos de las dos formaciones que lideran las encuestas. Por ello, volvió a pedir ser incluido en el próximo debate que mantendrán Rajoy y Sánchez el próximo lunes 14 de diciembre.

Finalmente, Pablo Iglesias, para muchos ganador del debate, se mostró especialmente ácido con el PSOE. Mucho más con el partido que con Pedro Sánchez candidato, al que supuso buenas intenciones y reconoció un gran esfuerzo por cambiar la dinámica del partido que, según el líder de Podemos, más distancia muestra entre el discurso electoral y las posteriores decisiones tomadas en el Parlamento o en su acción de Gobierno. Apuntó sus reproches hacia el Partido Popular especialmente en los bloques de corrupción y economía.

Se mostró en minoría al abordarse la cuestión catalana y en el último apartado dedicado a la lucha antiterrorista, donde fue el único en rechazar los ataques aéreos y terrestres sobre Siria como solución para paliar la amenaza terrorista. Igualmente, ha trascendido jocosamente en las redes sociales su equivocación –en otra crítica dirigida al PSOE- a la hora de mencionar el nombre de la empresa consultora en la que supuestamente trabaja Jordi Sevilla.

Tampoco quedó clara la explicación de referéndum por el estatuto andaluz realizado en 1978, que el candidato de Podemos calificó como “referéndum de autodeterminación”, para conectarlo con la cuestión soberanista y su postura de facilitar el derecho a decidir de los catalanes. Aprovechó la oportunidad de cerrar el debate y elaboró un emotivo discurso que se desmarcó de los mecánicos alegatos finales de sus adversarios.

En definitiva, la noche dejó aparentemente contentos a todos los protagonistas, en un debate poco técnico, más enfocado a la emisión de mensajes breves y directos. La dirección del programa dejó sin tocar algunos temas importantes relacionados con política energética, agricultura, sistema bancario, cultura o deportes.