PERIODISMO
Siria es el peor país para informar y el "más mortífero"
Por Selene Pisabarro2 min
Internacional24-07-2015
Mientras miles de refugiados sirios huyen de la tormenta de una guerra que no es la suya, decenas de periodistas se adentran en el peor país para ejercer el periodismo y el “más mortífero”, según Reporteros Sin Fronteras (RSF). La organización denuncia que durante el año pasado se cometió el secuestro de 27 periodistas en el país, según su informe anual. La mayoría cayeron en manos del Estado Islámico y algunos tuvieron un triste final (como la ejecución de James Foley o Steven Sotloff).
Tres periodistas españoles fueron secuestrados entre 2013 y 2014 pero ahora a la lista se añaden otros tres más, Antonio Pampliega, José Manuel López y Ángel Sastre. Los periodistas son el ticket perfecto para que los yihadistas se realcen ante la coalición internacional. De esta forma, se nutren económicamente los yihadistas o, algunas escisiones, que los venden al Estado Islámico o Al Qaeda.
Siria está en guerra desde enero del 2011 y en estos cuatro años han asesinado a 46 periodistas. Actualmente hay tres frentes: el leal al presidente, Bachar Al Assad; el rebelde Fatah Alepo (“Conquista de Alepo”) y el yihadista, dividido en dos bandos: Estado Islámico y Al Qaeda a través de su filial Ansar Al-Sharia (“los defensores de la ley islámica”). Precisamente, donde más peligroso resulta informar es en las zonas controladas por los bastiones yihadistas, ya que son los que más secuestran a los periodistas. Alepo fue el objetivo de los rebeldes en 2012 y lograron conquistar varios distritos. Ahora mismo, su parte oriental está en manos de los rebeldes y la occidental está controlada por el Ejército de Al Assad.
Cuando un reportero se adentra en las calles de Siria, sabe que su destino está en manos de la suerte. No es fácil informar desde allí y mucho menos investigar desde una zona en conflicto. A pesar de las dificultades, los fotógrafos y los periodistas se adentran en el limbo sirio para denunciar las masacres que se cometen contra los inocentes.
Especialmente, resulta complicado en la ciudad de Alepo –en el norte-, que es uno de los territorios sirios más complicados. Casi todos los periodistas entran en Siria a través de la frontera con Turquía y sortean los controles que existen cada pocos kilómetros. Una vez dentro del país, los francotiradores se suceden por decenas. En otras ocasiones, los controles resultan ser falsos y están tomados por yihadistas. Los periodistas necesitan estar acompañados de un guía y traductor que les acompañen durante el largo camino que les queda por delante: ellos conocen la zona y en muchas ocasiones son la única protección con la que cuentan.
Sin embargo, las dificultades no sólo están dentro del país y en la guerra. Los periodistas se juegan la vida para contar lo que está pasando en un terreno en conflicto pero nunca está bien recompensado. Los freelance –que trabajan por su propia cuenta sin pertenecer a ningún medio- llegan al país con su propio material y seguro de vida. Nadie les ha costeado el avión, ni los equipos, ni los traductores, ni los medios de transporte. Además, cuando están trabajando en su próxima historia no saben si algún medio se la comprará. Es el mercado, el negocio de la guerra: los medios pagan precios muy bajos por una crónica en la que en muchas ocasiones se juegan la vida.