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Religión

Los obispos califican la corrupción como un 'mal moral'

Por Marisol Marchal ReyerosTiempo de lectura2 min
Sociedad27-04-2015

Los obispos hablan de corrupción. Conferencia Episcopal Española (CEE) ha presentado un documento en el que se refiere a la corrupción como un  “mal moral". Durante la rueda de prensa el presidente de la comisión episcopal, Juan José Omella, ha matizado que "no es un documento contra nadie ni la palabra de un contrincante político en época electoral". Sin embargo, el texto condena la corrupción y la desigualdad del país.

Iglesia, servidora de los pobres. Así se titula el documento aprobado por la Conferencia Episcopal Española (CEE) donde rechazan la corrupción, la desigualdad y la creciente pobreza en España. Aunque en la presentación los obispos han asegurado que las palabras del texto no van “contra nadie” consideran que las prácticas de la clase política provocan “dolor y sufrimiento”. La denuncia de los obispos se debe, según los propios autores del documento, a que “no podemos callar cuando no se reconocen ni respetan los derechos de las personas, cuando se permite que los seres humanos no vivan con la dignidad que merecen”.

Sobre la corrupción dentro de la clase política el documento de la CEE señala que es “un mal moral” que “provoca alarma social” y que significa un “grave pecado”. Pero el texto no se queda ahí, ya que añade que la corrupción da lugar a la “desconfianza y menosprecio de la política”, por ello aconsejan a los políticos en general que ejerzan su profesión “de forma recta”.

En relación a la pobreza que sobreviene a cientos de familias los obispos destacan que "somos testigos del grave sufrimiento que aflige a muchos en nuestro pueblo motivado por la pobreza y la exclusión social. Sufrimiento que ha afectado a las personas, a las familias y a la misma Iglesia. Un sufrimiento que no se debe únicamente a factores económicos, sino que tiene su raíz, también, en factores morales y sociales". El documento también habla de la difícil situación de los inmigrantes, de los que dicen que  “sufren más que nadie la crisis que ellos no han provocado y los países que los reciben recortan sus derechos y limitan, también para ellos, los servicios sociales básicos”.

Además, parece que la CEE ha hecho autocrítica, ya que han aprovechado para pedir "perdón por los momentos en que no hemos sabido responder con prontitud a los lamentos de los más necesitados".