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ÉBOLA

El primer caso de ébola en España desata la alarma durante semanas

Por Selene PisabarroTiempo de lectura3 min
Sociedad02-11-2014

Ha sido un mes intenso. Casi 30 días en los que la alarma social ha experimentado un sube y baja. El primer caso de ébola registrado en España hizo saltar las alarmas el 6 de octubre, cuando una auxiliar de enfermería acudió al médico tras presentar los síntomas del virus. Se trataba de Teresa Romero, de 44 años, una de las personas que atendió en el Hospital Carlos III al religioso Miguel García Viejo, fallecido como consecuencia de haber contraído el ébola en África.

Llegó a España el 7 de agosto un avión de Defensa procedente desde Liberia con dos religiosos: Miguel Pajares y Juliana Bonoha, que ingresaron en el Hospital Carlos III de Madrid. El primero dio positivo en los test de ébola que le realizan, mientras que la segunda dio negativo. Unos días más tarde, el 12 de ese mismo mes, fallece Pajares, a pesar de haber sido tratado con un suero experimental no comercializado: el Zmapp. Juliana permanece en observación 21 días –el tiempo máximo que tarda en desarrollarse la enfermedad- por si acaso presenta algún síntoma, pero finalmente le acaban dando el alta. Apenas un mes después, el Ejecutivo de Mariano Rajoy pone en marcha un segundo plan de repatriación para otro sacerdote, Manuel García Viejo. Esta vez procedía de Sierra Leona, donde era el director médico del Hospital San Juan de Dios. Ingresa en el mismo centro hospitalario de Madrid donde, tras detectar que padecía el ébola, muere el 25 de septiembre. En este caso, no le habían administrado el Zmapp porque no había existencias. García Viejo y Pajares son las dos únicas víctimas del virus que han muerto en Europa procedentes de África. Sin embargo, hasta el 6 de octubre no saltaron las alarmas y la histeria por el primer caso de contagio en España. La auxiliar de enfermería que había tratado a los dos pacientes de ébola padecía los síntomas. Una vez que los médicos y los sanitarios terminaron de atender al segundo religioso, debían tomarse la temperatura dos veces al día durante los siguientes 21 días y, si presentaban síntomas como fiebre superior a 38,6 grados o vómitos y diarrea, debían acudir al médico inmediatamente. Teresa, sin padecer los síntomas, se fue de vacaciones el 7 de septiembre. A la vuelta, las cosas son distintas: tiene fiebre, por lo que se pone en contacto con el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de La Paz-Carlos III. Como la sintomatología no es aguda, deciden no internarla pero le recomiendan que siga tomándose la temperatura. Acude de nuevo un par de días más tarde, aunque sólo le recetan paracetamol porque lo consideran una gripe ya que, según señalan las autoridades sanitarias, no informa de que ha atendido dos casos de ébola. Finalmente, una ambulancia acude a recogerla el 6 de octubre tras informar de que continúa con fiebre, astenia, mialgias y tos. La trasladan a las Urgencias del Hospital Fundación Alcorcón de Madrid. Los profesionales que la atienden lo hacen sin traje de seguridad aunque ella les advierte de que se podría tratar del virus. Tras varias pruebas, detectan el virus, aunque según ha informado Teresa, se entera de que padece la enfermedad por la prensa. Mientras empiezan a tratarla con suero de la monja Paciencia, que padeció la enfermedad en agosto, las autoridades sacrifican a su perro, Excálibur, dos días después por ser un posible portador del ébola. Durante los siguientes días, el estado de Teresa empeora porque presenta un fallo multiorgánico, incluso su hermano reconoce que tienen pocas esperanzas de que salga adelante. Mientras, se investiga cuáles han podido ser las causas del contagio y se cree llegar a una conclusión: Teresa se tocó con un guante la cara tras atender al último religioso. Contra todo pronóstico, la salud de la auxiliar mejora el 11 de octubre y los médicos afirman que hay numerosas posibilidades de que pueda salir. El equipo médico se muestra esperanzado. Ocho días más tarde le practican la primera prueba que anuncia la buena noticia: da negativo en el test de ébola, aunque hay que ser prudente. A partir de este momento, las diversas pruebas que le practicaron demuestran que no hay rastros del virus en su cuerpo, incluso mandan los análisis a Alemania para confirmarlo. Aun así, los médicos prefieren esperar unos días para certificar la noticia y trasladarla a planta, donde Teresa se encuentra desde este sábado y volverá a casa en los próximos días.