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PSOE

Los errores internos llevaron al PSOE a perder sus votantes

Por Jesús Espinosa Tiempo de lectura3 min
España13-07-2014

La situación que atraviesa el PSOE no es casualidad. La confianza de los españoles ante el partido se perdió, entre otros motivos, por la crisis económica. ya que se adoptaron medidas confusas y erráticas desde el ministerio de Economía de Elena Salgado. Asimismo, el partido no tenía un líder en el que sus votantes pudieran confiar ni al final de la legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero ni con Alfredo Pérez Rubalcaba en la oposición. Esto sumado a la crisis interna, a la corrupción y a la falta de propuestas llevaron al PSOE a perder cada vez más escaños.

El PSOE tiene como misión volver a ser un partido unido y recuperar los votantes perdidos en las últimas elecciones. Ya en las elecciones las generales de 2011, los españoles sólo concedieron un apoyo al PSOE del 28,73% y le dieron así la mayoría absoluta al PP. Esta situación empezó a tambalear el partido, que tampoco presentaba un programa claro como líder de la oposición. En un primer momento, adoptaron la postura de criticar a la oposición: los recortes, la subida de impuestos, la represión contra las manifestaciones y la crisis. Sin embargo, esto no se tradujo en votos. Tras esto, el PSOE se volvió a poner a prueba en las elecciones europeas del 25 de mayo, que podrían ser un reflejo de la intención de voto para las municipales o generales. En éstas, el PSOE terminó de estar tocado, y se hundió: sólo consiguió 14 escaños. Nadie se creyó ni la campaña ni el programa electoral de partido para el parlamento europeo. Tampoco nadie pareció creerse a Elena Valenciano, la encargada de dar la cara y ser la cabeza de lista del PSOE. Y eso que lo intentó. Parecía que habría una sorpresa cuando el candidato del PP, Miguel Arias Cañete, decía que Valenciano era "inferior que él, y que si él mostraba superioridad, parecería un machista", unas palabras que los socialistas usaron casi como "slogan" para lanzar una avalancha de críticas y ataques a Cañete, que empezó a salir con toda clase de mujeres en las fotos del partido, qué casualidad. Pero, con o sin sorpresa, y para disgusto de muchos socialistas, el PSOE dejaría de ser el gran referente en la izquierda en esas elecciones. Fue el partido más votado, sí; pero no era el partido de izquierdas más querido. Las esperanzas de los españoles parecían estar puestas en Podemos: un partido de extrema izquierda liderado por un político-tertuliano llamado Pablo Iglesias, que ha llegado a fracturar la izquierda y se ha llevado casi un millón de votantes del partido socialista al suyo: cinco escaños. Además, ni que decir tiene que IU también se llevó su trozo de pastel ‘rojo’ a costa de la crisis y la falta de credibilidad del PSOE: seis escaños. Tras este resultado, Rubalcaba se fue. Tiró la toalla al día siguiente de las elecciones y anunció un congreso extraordinario en julio para elegir nuevo secretario general. En ese momento nació la iniciativa "un militante, un voto", para que el congreso fuera abierto y los militantes por votación pudieran elegir nuevo líder. Pero aún no se estaba recuperando el partido, cuando el 30 de mayo, cinco días después de las europeas, dimitieron más de la mitad de los miembros de la Comisión Ejecutiva Autonómica del PSOE de Castilla y León. Alrededor de 25 de los 58 integrantes, y minutos después de que concluyera un plenario de este órgano, que vio imposibilitado su funcionamiento con tan semejante panorama. Días después, y como si se hubieran puesto de acuerdo para dejar sin piel al PSOE, dimite el líder del PSC, Pere Navarro. Anunció que se iba en una rueda de prensa extraordinaria en la sede del partido en Cataluña y justificaba los hechos por ser ‘la mejor manera de contribuir’ a visionar unos ‘cambios’ que, a su juicio, necesitaba el partido después de la debacle electoral del 25 de mayo. A día de hoy, el partido aspira a recuperar la confianza de los votantes y a limar sus asperezas internas. Pedro Sanchez se ha mostrado "muy contento" y "agradecido" a la militancia por la confianza que han depositado en él. Sin embargo, la alegría tiene que convertirse en cambios dentro del partido y el agradecimiento en carisma para encabezar lo que, a día de hoy, sigue siendo un barco sin un rumbo fijo.