ORIENTE PRÓXIMO
Arafat visita Belén y Nablús pero evita ir a Yenín
Por Vicente García Gandía2 min
Internacional19-05-2002
El primer viaje del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasir Arafat, fuera de Ramala decepcionó al pueblo palestino del campo de refugiados de "Yeningrado", como el propio Arafat lo había llamado.
Al Fatah lo había preparado todo para lo que iba a ser la gran fiesta palestina: Banderas, pancartas, octavillas, pintadas en los muros derruidos, altavoces desde los que se escuchaban consignas patrióticas e, incluso, un pedestal de madera desde el que estaba previsto que Arafat lanzase su discurso sobre un pueblo expectante. Sin embargo, la visita a este campo de refugiados, símbolo de la resistencia palestina a los ataques de los escuadrones israelíes supuso una decepción para los cerca de 15.000 habitantes que esperaban a Arafat entre los escombros, el recuerdo y una nube de polvo y calor. El helicóptero, que se lo había prestado Jordania por la precariedad actual de Arafat, sobrevoló el campo de refugiados y el líder de la ANP no tuvo ningún contacto con los habitantes que le habían esperado durante toda la mañana. El comité popular de Yenín había preparado lo que iba a ser la entrada alternativa, no la triunfal, de su máximo dirigente. Iban a presentarle toda una serie de reclamaciones y su pesar y desacuerdo con su decisión de aceptar la libertad y el fin de su confinamiento a cambio de cancelar la misión de investigación de Naciones Unidas sobre los acontecimientos de Yenín. En Belén, en cambio, le esperaban cerca de 300 palestinos que le acompañaron a lo largo de su recorrido por el centro de la ciudad. Visitó la Basílica de la Natividad y la Iglesia de Santa Catalina. Por último, entró en la mezquita de Omar y soportó las exigencias de los familiares de los 13 guerrilleros de la Basílica, que le pedían que no olvidase a "los deportados de la iglesia", que ya conocen su destino. En concreto, tres van a ser acogidos por España, otros tres van a estar en Italia, dos irán a Grecia, dos a Irlanda, y los tres restantes se quedarán en Portugal, Bélgica y Chipre. Este primer viaje acabó en Nablus. Allí consiguió atraerse a los vecinos que le esperaban a su llegada cuando desde los altavoces del Ayuntamiento sentenció: "Iremos a Jerusalén con millares de mártires". Por primera vez a lo largo del día, sus palestinos le vitorearon y le dijeron que siempre estarían con él.