NBA
No hay tiempo que perder
Por Mario Viera2 min
Deportes31-12-2012
Avery Johnson, el técnico de los Nets fue elegido entrenador del mes de noviembre. Su equipo había conseguido amasar en el primes mes de la liga un record de 11-4. Sin embargo el nivel cayó considerablemente en el mes siguiente, y a finales de diciembre fue despedido. El balance del equipo en el momento del despido era de 14-14.
A pesar del mal mes, el despido cogió a toda la liga por sorpresa. Especialmente porque nadie en la franquicia lo sabía. Ni siquiera el General Manager, Billy King. La decisión fue tomado por el propio Mikhail Prokhorov. El magnate ruso que adquirió el 80% del equipo en mayo del 2010. Según Billy King, la decisión fue tomada desde un punto de vista basado puramente en los negocios. Pero no todo el mundo está de acuerdo con esa declaración. El mes de diciembre dio para mucho. No solo para la caída del equipo, sino también para la ruptura definitiva en la relación entre Avery Johnson y Deron Williams, el jugador franquicia e imagen del equipo. Es bien sabido que Williams no aprobaba todas las decisiones de su técnico y nunca le apoyó al cien por cien. Y contando con la buena relación que “D-Will” tiene con otro de los dueños del equipo, el rapero Jay Z, es difícil no pensar que puede que Williams haya influenciado en la decisión de cortar a Johnson. Las sospechas incrementan cuando el General Manager, gran amigo de Johnson, recibía la noticia en el mismo momento que el técnico, cuando ya era demasiado tarde para defender a su amigo. Además de que todos los jugadores del equipo tomaron las redes sociales para expresar su desacuerdo con la decisión y para expresar su gratitud a su ex técnico. Todos a excepción de Deron Williams. A día de hoy todavía no se ha pronunciado sobre el tema, y probablemente no lo vaya a hacer. En el momento de su despido, Johnson no solo expresaba su sorpresa con la noticia, si no que él sabía que el equipo iba a mejorar. Aseguraba que antes de la llegada del All-Star el equipo ya estaría otra vez en la cima de la montaña. Pero Prokhorov y compañía no quieren promesas, quieren resultados y los quieren ya.