ANÁLISIS DE LA SEMANA
Salvar una vida es salvar el mundo

Por Amalia Casado
2 min
España06-05-2002
Siguen muriendo hombres, mujeres y niños con el estómago casi invisible de no comer, en la soledad más oscura. La Madre Teresa de Calcuta no acabó con la pobreza, porque esa no era su misión, pero tampoco ha conseguido que millones de seres humanos tengan en su último segundo de vida la compañía de alguien que les consuele. Y ésa sí era su misión. ¿Cuántos, sin embargo, gozarán de esa alegría gracias a Teresa de Calcuta? Acabar con la pobreza parece una simple cuestión material: repartir bien. Sin embargo, es mucho más difícil: acabar con el egoísmo que hay en el corazón del ser humano, de todos: del más rico, del más pobre, del más famoso, del olvidado. Acabar con el terrorismo: ¿se puede conseguir acabando con la estructura de los terroristas? ¿metiendo entre rejas a todos los terroristas del mundo? Lo más probable es que no, como quizás sea imposible acabar con la pobreza, e imposible construir la utopía de Tomas Moro. Pero el ideal se construye paso a paso, y, como decía Dominique Lapierre, quien salva una vida, salva al mundo entero. Algunos acusan a Baltasar Garzón de que su trabajo contra ETA en la Audiencia Nacional es una batalla personal. Una acusación terrible, porque todas las batallas son la suma, y algo más, de compromisos individuales profundos y sinceros. Las luchas colectivas no serían posibles sin el combate cuerpo a cuerpo de cada uno de los guerreros convencidos en la causa. Baltasar Garzón es un representante del Poder Judicial convencido de que, desde su puesto en la Audiencia Nacional, puede trabajar por una España mejor. De nuevo, ataca contra el entramado financiero de ETA, una batalla en la que España cuenta, cada vez más, con la colaboración de Francia, el apoyo del presidente de Estados Unidos y la sensibilización clara de la Unión Europea. Con más o menos acierto, el debate sobre la ilegalización de Batasuna y sobre la redacción de la Ley de Partidos demuestra el interés de los representantes de los ciudadanos por librarlos de las cadenas de la violencia. Siempre se puede ser escéptico. Siempre hay quienes con su biografía escriben las peores páginas de la historia. Siempre hay quienes disfrutan levantando las ascuas en momentos que claman por el reconocimiento, como el Pacto de Eudel: todos los partidos democráticos se comprometen a no alcanzar acuerdos con aquellos que no condenen la violencia, y Xavier Arzalluz tiene que poner la puntilla. Salvar una vida es salvar el mundo. A quienes tienen en sus manos tanto poder, que nunca les pase lo que a Óscar Schindler: “con este reloj hubiera salvado...”. Como en Matrix, creer es poder. Y amar es poder. ¿A cuántos pudo usted?