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SIN CONCESIONES

Premio Nobel de la Paz

Fotografía
Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión05-05-2002

En la vida, hay dos clases de personas. Las que hacen en cada momento lo que les apetece y las que hacen en cada momento lo que hay que hacer. Estas últimas pocas veces se rinden. Tras el ser o no ser de Shakespeare viene casi siempre el hacer o no hacer lo que hay que hacer. En los momentos buenos, siempre hay quien piensa únicamente en la manera de celebrarlo. Otros, en cambio, empequeñecen los triunfos con humildad y, simplemente, siguen haciendo lo que tienen que hacer. Que no es poco. Hacer lo que se tiene que hacer suena a trabalenguas. Pero la vida tiene mucho de eso: de aliteración y de cacofonía al mismo tiempo. Hacer lo que hay que hacer viene a ser parecido a la definición clásica de Justicia, que sería "dar a cada uno lo suyo". Para qué está si no la Justicia que para hacer que cada uno haga lo que tiene que hacer. Y qué es hacer en cada momento lo que se tiene que hacer si no es ser justo con los demás y con uno mismo al mismo tiempo. Que ya es mucho. Parece una misión utópica y otorgada únicamente a grandes hombres, genios ilustres e inconformistas luchadores. Personas encaminadas a asumir grandes retos, rozar el estrellato e, incluso, ganar un Premio Nobel de la Paz, por ejemplo. Baltasar Garzón es uno de esos hombres. Un juez que "hace en cada momento lo que tiene que hacer" y que a diario "da a cada uno lo suyo". Una persona capaz de dar el salto a la política y enmendar sin tibieza el error con un paso atrás. Un individuo dispuesto a perseguir él solo a un dictador como Pinochet o a toda una organización terrorista como ETA. Un hombre que está a punto de ilegalizar a Batasuna antes que PP y PSOE sin necesidad de reforma de la Ley de Partidos. Un magistrado que engloba en sí mismo todo el Poder Judicial español... ¡Lástima que no haya más hombres y más jueces como Garzón! Ya lo decía Bertold Brech: "Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay hombres que luchan un año y son mejores. Hay hombres que luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida. Esos son los imprescindibles".