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NEGOCIACIONES ANGLOESPAÑOLAS

Gibraltar se siente traicionado y abuchea a Straw en su visita al Peñón

Por Ana María RiazaTiempo de lectura1 min
España04-05-2002

Como si de una mosca que lucha contra un cristal se tratase, los Gobiernos español y británico no hacen más que darse cabezazos contra esa inquebrantable ventana al Mediterráneo que ha resultado ser Gibraltar. A juzgar por las últimas reuniones mantenidas por el ministro de Asuntos Exteriores español, Josep Piqué, y su homólogo anglosajón, Jack Straw, las posturas de ambos gobiernos no pueden estar más enfrentadas.

Por un lado, la postura del Gobierno de José María Aznar, que ha rechazado con rotundidad la posibilidad de que el acuerdo al que lleguen Londres y Madrid sobre la soberanía de Gibraltar sea definitivo. "No me pidan imposibles. España siempre aspirará a la completa soberanía sobre Gibraltar", anunciaba el presidente del Gobierno, que se reunirá con el Primer Ministro británico, Tony Blair, el próximo día 20, y que ya ha amenazado con mantener los actuales bloqueos sobre el Peñón si los gibraltareños no secundan la bilateral decisión hispano-británica. De este modo, permanecería congelado el tránsito en el aeropuerto gibraltareño, así como las relaciones que el Peñón pueda llegar a establecer con Europa. Por otra parte, Sraw, que la pasada semana desembarcaba en el Peñón entre abucheos y gritos que le tachaban de "Judas" y "traidor", ya ha anunciado la intención del Gobierno británico de rechazar "cualquier acuerdo que pueda restringir el derecho del pueblo de Gibraltar a la ciudadanía británica". Esta actitud supondría que la decisión tomada por ambos gobiernos será definitiva, y sentenciará la soberanía compartida perpetua, cerrando así las puertas a la posibilidad de que España pueda ejercer alguna vez la soberanía total. Por su parte, 24.000 de los 27.000 habitantes de Gibraltar han vuelto a lanzarse a las calles, con su ministro principal, Peter Caruana, a la cabeza, reivindicando su derecho a la autodeterminación. Para los gibraltareños, cualquier tipo de soberanía conjunta o cualquier concesión a Madrid se consideraría como una "traición", como una actuación "ilícita" y que va en contra de su derecho a ser británicos.