VATICANO

‘El Cuervo’ del Vaticano, el fiel y el desleal amigo del Papa

Por Rafael García1 min

Sociedad07-10-2012

Paolo Gabriele nació en Roma en 1966. Casado y con tres hijos, se le conocía por ser el mayordomo leal y honrado del Papa hasta que el sábado fue condenado a 18 meses de cárcel por difundir documentos sobre el Vaticano. Fue el hombre de Benedicto XVI durante seis años y formó parte de su círculo más íntimo. Su acceso a todos los archivos le permitió difundir los secretos de la Santa Sede.

El ex mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, ha sido condenado a 18 meses de cárcel por filtrar documentos reservados del Vaticano, conocidos como “Vatileaks”. Nadie pensó que el ex mayordomo del Papa fuera El Cuervo, como lo nombraban los medios italianos por publicar estos secretos. Gabriele nació en Roma en 1966. Esta casado y es padre de tres hijos. Primero trabajó en la limpieza de las oficinas vaticanas de la Casa Pontificia, hasta que en 2006 llegó al apartamento Papal. Aunque no era muy efectivo en su labor, destacaba por su educación, actitud, lealtad y honradez. Estas cualidades fueron las que le permitieron ser uno de los elegidos para sustituir a Angelo Gugel, el anterior mayordomo del Papa. Cuando llegó a este puesto se convirtió en uno de los hombres de confianza de Benedicto XVI. Era el primero en llegar y el último en irse e incluso en ocasiones comían juntos. Paolo también hacía la maleta del Pontífice, le acompañaba en todos sus viajes, le ayudaba a vestirse y le servía las comidas. Además, cuando tenía tiempo libre, ayudaba a Georg Ganswein, el secretario del Papa, en tareas sencillas como archivar informes o responder cartas. Así fue como tuvo acceso a ciertos documentos que más tarde fotocopio y difundió. La Gendarmería Vaticana sospechaba de Paolo, hasta que el pasado mes de mayo los agentes encontraron en su domicilio las pruebas que indicaban que era El Cuervo del Vaticano. Muchos documentos contenían información personal del Papa, entre originales y fotocopias. Ahora el ex mayordomo esta bajo arresto domiciliario, a la espera de que los jueces ordenen el cumplimiento de su pena o bien Benedicto XVI, a quien afirmaba querer “como un hijo a un padre”, le perdone y así mantener su puesto de trabajo y evitar la pena judicial.