FÚTBOL
Una temporada de carambola
Por Roberto J. Madrigal2 min
Deportes05-05-2002
El título es lo que cuenta, y lo consiguió el Valencia: Rafael Benítez se ha graduado cum laude en la competición, y queda por ver cómo puede afectar al equipo, para el futuro, el envejecimiento de su plantel defensivo –de momento, Curro Torres ha jubilado a Angloma– y, sobre todo, la falta de un delantero resolutivo.
El inicio de Liga del Valencia fue una premonición del duelo cerrado que viviría con el Real Madrid: Mestalla asistió a un partido muy intenso, que se resolvió del lado ché con un gol de Miguel Ángel Angulo, el comodín de la plantilla de Rafael Benítez. El equipo no terminaba de funcionar, después de dos años funcionando como un reloj, según las instrucciones de Héctor Cúper. El talante alegre de que gusta el técnico madrileño no terminaba de imponerse en un conjunto sólido como pocos. La afición del Valencia, siempre exigente –quizá demasiado– y con una dosis de recelo, empezó a murmurar y a discutir a Benítez, que para bien, se mantuvo fiel a sus principios. El equipo tardó varias jornadas en cogerle el aire, y aun sin desplegar un juego vistoso, porque no encontraba un delantero con tino para saciar el hambre de gol, el Valencia se asentó a comienzos de noviembre en la cabeza de la Liga, pero sin despuntar de una vez por todas en el liderato. Antes bien, el campeón tuvo que verse contra las cuerdas para poder reaccionar. Fuera de los puestos de competición europea, cuando la primera vuelta agonizaba ya, encontró el antídoto y la fe de que podía aspirar a algo más que la mediocridad, al conseguir la primera victoria a domicilio de la temporada, en Montjuïc: para entonces su rival merengue se había repuesto del peor arranque liguero de toda su historia y había alcanzado el liderato, para comenzar el año como campeón de invierno. Todavía tardó un mes más, hasta llegar a febrero, el Valencia en aprovechar las pifias generalizadas antes de ponerse líder. Corría la jornada 24, y en ese punto se entabló la más encarnizada de las batallas por el título: hoy lo pierdo yo, mañana lo ganas tú. En ésas le llegó la eliminación en la UEFA a manos del Ínter de Milán, inmerecida, pero que permitió a los hombres de Benítez centrar sus esfuerzos en la Liga. El despegue de Pablo Aimar y la recuperación de Rubén Baraja le dio el espaldarazo definitivo para poder creer que podía ganarla; el Real Madrid, por si acaso, le echó un capote con un par de pinchazos en las últimas jornadas.