Giovanni Sartori: “La inmigración no se resuelve acogiendo más inmigrantes”
Por La Semana2 min
España28-04-2002
Giovanni Sartori, politólogo italiano y uno de los más finos pensadores de la actualidad, publicaba en el año 2001 un libro que fue discutido en la comunidad de científicos sociales de todo el mundo. Siempre provocativo, pero razonable y razonador, Sartori abordaba en “La sociedad multiétnica” el gran fenómeno y problema de la inmigración, y la difícil convivencia entre miembros de comunidades culturales y políticas tan diferentes que pueden ser diametralmente opuestas.
Sartori se pregunta hasta qué punto una sociedad democrática puede ser abierta y puede estar abierta a lo distinto: a otras culturas, a otras tradiciones, a miembros de sociedades, como las musulmanas, en las que Dios y poder aún no se han desvinculado, desconociendo, por tanto, los principios de la democracia que sustentan las sociedades occidentales. Sartori plantea que una sociedad debe estar abierta a todo aquello que no signifique una amenaza para sus pilares básicos. Así, respecto a la inmigración, no es un problema que pueda resolverse “ni siquiera atenuar, acogiendo más inmigrantes. (...) ¿Se pueden remediar las crecidas de los ríos bebiendo agua? Y la integración del inmigrante en una sociedad, dice, no está asegurada por el hecho de concederle la ciudadanía, es decir, los derechos de un ciudadano nacional. “A veces basta ciudadanizar para integrar. Pero otras veces, no”. La integración depende del quien del integrando. Y el integrando debe aceptar las reglas de convivencia del anfitrión. “Tengamos cuidado: el verdadero racismo es el de quien provoca el racismo”, dice Sartori. Está planteando el problema del yo y de los otros, el problema de las identidades que pueden entrar en conflicto si coexisten y suponen, en su esencia, una amenaza la una para la otra. Y la tolerancia, explica Sartori, es necesario entenderla bien so pena de caer en demagogias: “Tolerancia no es indiferencia ni presupone indiferencia. Si somos indiferentes no estamos interesados ni siquiera por el discurso. Tampoco es cierto, como a menudo se sostiene, que la tolerancia presuponga un cierto relativismo. Es verdad que, si somos relativistas, estamos abiertos a una multiplicidad de puntos de vista. Pero la tolerancia es tolerancia (como el mismo nombre indica) precisamente porque no presupone una visión relativista. El que tolera tiene creencias y principios propios, los considera verdaderos y, sin embargo, concede que otros tengan el derecho de cultivar creencias equivocadas.” La pregunta de ...tolerante ¿hasta dónde? La responde proporcionando tres criterios: “que siempre tenemos que dar razones de aquello que consideramos intolerable (es decir, la tolerancia prohíbe el dogmatismo). El segundo criterio atañe al harm principle, al principio de no hacer el mal, de no perjudicar o, dicho de otra forma, no estamos obligados a tolerar comportamientos que nos infligen daño o prejuicio. Y el tercer criterio es, obviamente, la reciprocidad: a la hora de ser tolerantes con los demás, esperamos, a su vez, ser tolerados”. ¿Puede una sociedad abierta, ser multicultural y multiétnica? ¿Hasta qué punto la sociedad pluralista puede acoger sin disolverse a “enemigo culturales” que la rechazan? Para Sartori, no todos los inmigrantes son iguales. Ni todos los inmigrantes proceden de culturas basadas en el pluralismo y el respeto a la diversidad. Saltándose todos los códigos de la corrección política, el polémico Sartori plantea un análisis teórico ideal para los que gustan de planteamientos teóricos concienzudos, se esté o no de acuerdo con él.