TOROS
Alejandro Talavante, triunfador de la corrida de la Beneficencia
Por Almudena Hernández2 min
Espectáculos06-06-2012
Un terno grana y oro iluminaba el legendario ascensor que sube por las tripas de Las Ventas hacia el palco real. En su interior, tras el gozo de la puerta grande, se cobijaba la humanidad del héroe de la tarde, el torero Alejandro Talavante. El diestro extremeño había logrado las dos orejas necesarias en la presunta corrida más importante del año, la de la Beneficencia de Madrid.
El cartel era de máxima expectación. Se anunciaban las figuras con uno de los hierros de su preferencia, Núñez del Cuvillo. Pero, como suele ocurrir últimamente con estas ganaderías, por la razón que sea, se remendó el encierro con dos suplentes de otro de los hierros figuriles, el de Victoriano del Río, que se corrieron en tercero y cuarto lugar. Y, por cierto, en lo ganadero, por trapío y comportamiento: tanto monta... Y así ocurrió. Que ni las rayas rojas que se pintaron en la arena -habitualmente Madrid las luce blancas, para señalar las distancias a los piqueros- inspiraron a los artistas Morante y Manzanares. Molestó el viento; sí. Los toros tuvieron su aquél; sí. Los impertinentes de turno que se abonan a las tardes de clavel dieron la lata; también. Pero una supuesta máxima figura debe acudir a la primera plaza del mundo con una actitud cabal. Y en eso pincharon ambos, por lo que no perdieron el tren de Las Ventas, sino el AVE con dirección a la mismísima Sevilla de las rayas rojas en el albero... La actitud de Alejandro Talavante, peros aparte por la generosidad de la puerta grande, fue bien distinta. Talavante llamó al ascensor y presionó el botón que marcaba el piso más alto, ese que llega al palco real previa salida a hombros. Anduvo dispuesto e inspirado, dejó detalles con el capote -amexicanado a veces, con lo bueno que ello tiene-, se colocó donde debía estar -no donde otros ponen la pañosa- y entusiasmó a la concurrencia con esos pases jondos que brotan de la sinceridad más absoluta del toreo de muleta. Vertical, muy vertical, y mezclando su piel con la de sus oponentes muchas veces. Valiente. Decidido. Mató certero y el público le pidió la oreja tras cada uno de los toros que lidió. Otra cosa es que el respetable capitalino esté volviéndose especialito. PD. Corrida de la Beneficencia ¿a beneficio de qué? Se supone que estamos en tiempos de crisis, aunque el callejón de Las Ventas parezca un carnaval de ostentación y derroche. Como se salte un toro...