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PRIMAVERA ÁRABE

La situación en Siria se encuentra en un “punto crítico”

Por David López MarchTiempo de lectura3 min
Internacional03-06-2012

La revolución de la Primavera Árabe ha supuesto un cambio de mentalidad radical en contraposición con los regímenes tradicionales islamistas. Sin embargo, algunos gobiernos se resisten a capitular. Uno de ellos es Siria que vive en los últimos meses una de las represiones más violentas. Las revueltas han causado la muerte de alrededor de 10.000 personas en el país desde marzo de 2011, según datos de la ONU. Según la UE, la situación allí se encuentra en un “punto crítico”.

La Primavera Árabe ha iniciado una etapa de cambios en países de gran complejidad política y religiosa como son aquellos que pertenecen al norte de África, Asia y al Golfo Pérsico. Ha surgido una necesidad de cambio suscitada por las jóvenes generaciones que se han valido de las nuevas tecnologías para proyectar su voz frente a gobernantes autócratas. Esta metamorfosis social y política está siendo apoyada internacionalmente como la necesidad natural de autodeterminación de cualquier pueblo. Sin embargo, tras largos años de tradición conservadora, algunos gobiernos se resisten a capitular. La caída del presidente de Egipto se ha considerado como la caída del Muro de Berlín de los países árabes. La revolución árabe ha conseguido el derrocamiento del presidente de Túnez, Ben Ali, del libio Muamar el Gadafi y del ex-presidente egipcio Mubarak, entre otros. Las miserias que han padecido los pueblos árabes y el inconformismo que generan sus gobiernos han encendido el año pasado la mecha de protestas sociales en el Magreb y Oriente Próximo. Sin embargo, algunos países como Siria o Yemen siguen empecinados en continuar con el antiguo régimen. La represión violenta de Siria Como en Libia, los efectos de las revoluciones en Túnez y Egipto se han sentido en Siria, con resultados similares. Las manifestaciones que fueron convocadas el año pasado no han sido suficientes para derrocar el gobierno de El Asad. El régimen no ha dado su brazo a torcer y la facción revolucionaria adolece del apoyo de la clase trabajadora y de capacidad directiva para hacer frente al ejército. Ante la amenaza sobre su estabilidad en el poder, Asad no ha dudado en utilizar la fuerza de la manera más tajante posible. Sin embargo, no ha impedido que las protestas se extiendan desde la capital, Damasco, por todo el país. La respuesta del Gobierno siempre ha sido la misma: la represión violenta. Pese a la condena internacional a la represión contra las revueltas, que según datos de la ONU, ha causado la muerte de alrededor de 10.000 personas desde marzo de 2011, El Asad, que pertenece a la minoría alauí que ocupa el poder, mantiene los ataques de su Ejército y matones (shabiha) contra los alzados El presidente sirio ha dicho recientemente que Siria afronta una "verdadera guerra" y ha pedido distinguir entre la política y el terrorismo para solucionar la crisis que sufre el país. En un discurso ante el nuevo Parlamento sirio ha insistido en que existe una "conspiración" internacional contra Siria y ha asegurado que "separar entre el terrorismo y la política es un asunto importante para llegar a una solución de la crisis". Varios grupos de la oposición ya se han pronunciado respecto a las acusaciones y han negado cualquier relación con actividades terroristas alegando que se han visto obligados a armarse para defenderse de la dura represión militar. La Unión Europea muestra su preocupación sobre la situación. La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, ha advertido de que el escenario en Siria se encuentra en "punto crítico" y ha exigido el fin de "todas las formas de violencia" y el inicio de un "proceso político" para evitar una "catástrofe", según Efe.