ANÁLISIS DE LA SEMANA
Futuro
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad07-04-2002
Existe un lugar en el que todavía nadie ha estado. Es más o menos lejano, según el punto de partida. De él se desconocen muchas cosas. En él están puestas muchas ilusiones. Se le espera. A veces infunde temor, causado por el desconocimiento de lo que se avecina. Los que más han vivido parecen haber llegado a ese lugar. Ahora le toca al resto de la sociedad decidir cómo quieren llegar a su destino próximo. El futuro es una ubicación en el mapa del tiempo –cronológico- que pintará arrugas en la frente de España. En el viejo continente, la situación parece que cambiará: quienes más futuros han vivido en Europa para entonces tendrán que asegurar el de los demás. Los abuelos importan, su vida no ha terminado con la jubilación. En ese lugar desconocido también habrá otros inquilinos. Hace unos años España recibía ayuda. Los niños no nacían con un pan bajo el brazo. Las bazas de la historia han cambiado y le toca a España ayudar, sembrar futuro para recoger el grano con el que se hará el pan de la prosperidad. Algunas películas inventaron fictíceas máquinas del tiempo, viajes al pasado mañana. La odisea del 2001 parece que no fue para tanto. Las cosas por allá arriba van más despacio. Los terrícolas siguen metidos en los atascos de los lunes, hipotecados para pagar la casa y el colegio de los niños. Tienen prisa, pero no por ello llegarán antes o llegarán mejor. El porvenir augurado en el cine no ha llegado todavía. Todo es “más” humano, aunque la realidad algunas veces implique lo contrario. ¿Cómo aprenderán los niños del futuro la gestación de una persona? La educación del futuro da escalofríos. La respuesta a lo que viene está a simple vista. Los niños de pasado mañana tienen que tener la oportunidad de escuchar a sus abuelos. Pintan mucho los queridos viejos en todo esto. Albergan la sabiduría de la experiencia. Tienen arrugas, estarán cansados, pero son el futuro. Tiempo al tiempo.