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ATENTADO

Casi un centenar de personas pierde la vida en el doble atentado de Noruega

Fotografía
Por Silvia Álvarez-Buylla Tiempo de lectura2 min
Internacional23-07-2011

Horror, angustia, desesperación y mucha tristeza. Los noruegos viven una de las peores tragedias desde la Segunda Guerra Mundial. Alrededor de un centenar de personas han fallecido como consecuencia del doble atentado registrado en el país: siete por una bomba en Oslo y más de 90 en la isla de Utoya. La situación más tensa se vivió en este último lugar donde el detenido, un noruego con tendencias ultraderechistas e islamófobas, asaltó un campamento con jóvenes de entre 16-22 y les disparó indiscriminadamente durante 45 minutos. La única forma de escapar era tirarse al agua, trepar a los árboles o esconderse bajo los cadáveres.

Los ciudadanos noruegos se encuentran en estado de shock. El país escandinavo, donde cada año se entregan los premios Nobel de la Paz, no había vivido escenas tan violentas desde la Segunda Guerra Mundial. Más de 90 personas han fallecido y un centenar se encuentran heridas como consecuencia del doble atentado registrado en la tarde del viernes. El primero de ellos se produjo con un coche bomba en pleno centro de Oslo junto a varios edificios del Gobierno que quedaron seriamente dañados. Como consecuencia de la explosión siete personas perdieron la vida. En ese momento, el primer ministro noruego, que no se encontraba en sus oficinas, aseguró que “la situación” era “muy grave” y pidió a los ciudadanos que no salieran de sus casas. Se buscaban otros artefactos explosivos en la ciudad y la explosión se vinculó en un principio a grupos terroristas internacionales como crítica a la participación de Noruega en Afganistán. Sin embargo, la peor tragedia llegó pocas horas más tarde cuando el ahora detenido Anders Behring Breivik se trasladó vestido de policía a la isla de Utoya donde se celebrará un campamento organizado por el Partido Laborista en el que se encontraban jóvenes de entre 16 y 22 años. Provisto de una pistola y un rifle comenzó a disparar indiscriminadamente durante 45 minutos con una pausa de 10 segundos entre cada tiro. Se desató el pánico y los jóvenes que acababan de ser informados del atentado de Oslo no sabían en quién confiar. Era una persona vestida de policía la que les estaba disparando. La única forma de huir era nadar, refugiarse entre las rocas, conseguir un bote, esconderse bajo los cadáveres o trepar a los árboles. Aún así el asesino se paseaba con paso tranquilo a la orilla y seguía disparando mientras celebraba las muertes y gritaba: “debéis morir todos". Como consecuencia de este segundo atentado, 85 personas perdieron la vida. Los 560 jóvenes que se encontraban en Utoya participaban en el campamento de verano de las juventudes del Partido Laborista de Noruega por lo que se cree que el autor del atentado es el joven noruego detenido, de ideología contraria a este partido, pero aún se desconoce si actuó solo o acompañado. Según el primer ministro noruego, Jens Stontelberg, la isla de Utoya fue "un paraíso de juventud, ahora transformado en un infierno". "Lo que más me duele es que este lugar en el que he estado cada verano desde 1979, en el que he sentido alegría, compromiso y seguridad, ha sido golpeado por una brutal violencia", afirmó.