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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

Y Mahoma, ¿qué opina de esto?

Fotografía
Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad27-12-2009

En Nochebuena apetece desempolvar las viejas partituras amarillentas, tocar con la guitarra algún villancico mientras las lucecitas del Belén se encienden y se apagan y el timbre avisa de que los chavales vienen a pedir el aguinaldo. Es una forma de volver a sentirse niño mientras los villancicos se alternan con la conversación familiar. En Nochebuena en casa siempre hay preparadas unas monedas sueltas y unos dulces para premiar a los críos que vienen a pedir el aguinaldo. A todos se les abre la puerta. Y para todos hay premio. Sólo hay una norma: hay que cantar. Un grupillo de chavales entonó el "tumba tumba tum, van los Reyes Magos a ver a Jesús", con tres estrofas distintas tocaban la pandereta a su manera. Otros, más pequeñitos, debutaban este año con los villancicos de casa en casa, y venían escoltados por su madre. Ella les hacía sentirse más seguros y les daba ciertos consejos para que fuesen aprendiendo para el año siguiente. Les encantó el Belén y, más ilusión que el dinero, les hizo llevarse un polvorón, para que luego digan que los críos no tienen inocencia. Una de las veces que sonó el timbre aparecieron tres críos con gorro de Papa Noel. También querían el aguinaldo, y también tenían preparado el villancico de rigor, el clásico "Campana sobre campana". Se les invitó a entrar, pero al ver que quien les abría la puerta llevaba una guitarra, se les subieron los colores mientras exclamaban "¡Madre mía y encima con guitarra!". - ¿Qué queréis? - les preguntaron. - Pedir el aguinaldo -dijo el más extrovertido. - Pues primero hay que cantar. - Canta él -añadió el más mayor del trío. Y vamos si cantó el chavalillo con desparpajo y sin apenas desentonar un villancico entero de las campanas en el que en cierto momento se decía que había nacido Dios. Los otros dos, en medio de su vergüenza hacían los coros con susurros. Ante esta escena inusual se les preguntó a aquellos tres chavalitos magrebíes mientras se les daba unas monedas y un dulce: - Y Mahoma ¿qué opina de esto? - Que ¡feliz Navidad! -contestó el crío cantarín. - Pues feliz Navidad. Feliz Navidad a todos los hombres.