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CUMBRE DEL CLIMA

Las expectativas se disparan ante las promesas de muchos países

Fotografía Efectos de la desertización que provoca el calentamiento global (FOTO: Martine Perret/ONU)

Efectos de la desertización que provoca el calentamiento global (FOTO: Martine Perret/ONU)

Por Esteban del PozoTiempo de lectura2 min
Sociedad08-12-2009

“En Copenhague están depositadas las esperanzas de toda la Humanidad”. Así es como el primer ministro de Dinamarca, Lars Loekke Rasmussen, daba el pistoletazo de salida a la XV Cumbre del Clima. El reto de la Cumbre del Clima de Copenhague es muy ambicioso. Se busca, entre otras cosas, una nueva forma de usar la energía para estabilizar el clima del planeta, sustituir el petróleo por renovables y salvar los bosques tropicales. Para ello, más de 100 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos el presidente de EE.UU., el primer ministro chino, el de la India, los 27 de la UE, estarán presentes en la reunión que se prolongará hasta el 18 de diciembre.

La ceremonia de inauguración ha comenzado con 45 minutos de retraso sobre el horario previsto con la proyección de un documental sobre los principales afectados por el cambio climático. En el discurso de apertura el primer ministro danés, ha reclamado la necesidad de “un acuerdo que satisfaga a todas las partes y que sea, además, fuerte y ambicioso”. Según Rasmussen la presencia confirmada de más de 110 jefes de Estado y de Gobierno en la parte final de la conferencia “refleja una movilización sin precedentes de determinación política para combatir el cambio climático. Esto representa una oportunidad inmensa. Una oportunidad que el mundo no puede permitirse perder”, afirmó Rasmussen. Optimismo generalizado La presencia de Obama, de los jefes de china, de la India y de los países de la UE han disparado las expectativas creadas. Además los anuncios que ya han hechos muchos de ellos expanden el ambiente positivo que se está creando alrededor de esta cumbre. En las últimas semanas, EE UU se ha comprometido a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero alrededor de un 17 por ciento en 2020 respecto a 2005. China anunció que frenará el aumento de sus emisiones y que dentro de 10 años por cada punto de PIB emitirá un 40 por ciento menos, y que en 2050 un tercio de su energía será renovable; algo parecido ha anunciado India. La UE, que estaba ya comprometida a reducir sus emisiones un 20 por ciento respecto a 1990, se piensa subirlo hasta el 30. Japón, Australia, Brasil o México; todo el mundo llega a Copenhague con compromisos, con los deberes casi hechos. A la vez, todos admiten que no habrá un tratado vinculante que sustituya al de Kioto, algo que se deja para la mitad de 2010 o el próximo noviembre en México. Para conseguirlo se prevé que sean necesarios dos supuestos, dinero y alguien que lo gestione adecuadamente. El coste, según el secretario general de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático, Yvo De Boer, se cree que estará entre 200.000 millones de dólares al año en 2030. Este es uno de los puntos más conflictivos. Los países en desarrollo exigen cantidades ingentes de dinero para adaptarse al cambio climático y muchos de ellos, como EE UU, aún no han dicho cuánto están dispuestos a poner. Sin embargo, el borrador de las conclusiones de la cumbre si parece dejar claro los mecanismos que se van a emplear para poner en marcha el nuevo plan. Según el texto “el nuevo acuerdo institucional que se alcance bajo la Convención estará basado en tres pilares básicos: Gobierno, un mecanismo de facilitación, y un mecanismo financiero”.