EXPOSICIÓN
El Museo del Prado devuelve la importancia al siglo XIX
Por Adriana Escalada2 min
Cultura07-10-2009
El Museo del Prado abre sus puertas al siglo XIX, y lo ha hecho con la incorporación a su colección permanente de 176 obras; 152 pinturas, dos acuarelas, 21 esculturas y una maqueta. Desde 1819, el Museo del Prado ya había empezado a recopilar colecciones de la pintura moderna, y poco a poco ha conseguido estar más completo que nunca.
El coracero francés de José de Madrazo, que lo adquirieron el pasado verano, Penitentes en la Basílica inferior de Asís de José Jiménez Aranda, conseguida en 2001, Gran paisaje de Francisco Domingo Marqués o La niña María Figueroa vestida de mínima de Joaquín Sorolla, estas dos últimas adquiridas en el 2000, son algunas de las obras que ha hecho posible enriquecerse al Museo del Prado. La exhibición se encuentra dividida en doce salas, todas ellas están ordenadas cronológicamente y también en función de las diferentes tendencias y géneros que se sucedieron a lo largo del siglo XIX. La exposición termina con una presentación de colecciones de paisajes de Aureliano Beruete que hasta el día de hoy nadie ha podido observar y que con motivo del evento, estos, han sido donados al Museo por la familia de este. La primera sala deja paso al Neoclasicismo y Clasicismo Académico. En ella destaca la gran escultura de Isabel de Braganza, reina fundadora del Prado y también los retratos de la reina y su esposo Fernando VII. Con ellos se encuentran cuadros de Goya neoclásicos como por ejemplo, La Marquesa de Villafrancao La Marquesa de Santa Cruz. Pero también le hacen compañía a contemporáneos como Vicente López con su Retrato del pintor Francisco de Goya. La siguiente sala está dedicada al Romanticismo y entre los que se encuentran Leonardo Alenza (1807-1854), Eugenio Lucas (1817-1870) y Antonio María Esquivel (1806-1857). Le siguen en otra sala dedicada a Eduardo Rosales (1836-1873), Federico de Madrazo (1815-1894) con su famoso cuadro de Doña Isabel la Católica dictando su testamento. Más tarde, el recorrido sigue con el Naturalismo con diez obras de artistas como Pinazo y Muñoz Degrain. Joaquín Sorolla (1863-1923) es el que cierra la época con uno de sus lienzos más conocidos, ¡Aún dicen que el pescado es caro! y Chicos en la playa. De esta manera abre camino a la última sala, la presentación de colecciones, que en dicha ocasión va dedicada a Aureliano Beruete (1845-1912). Con la presencia de artistas europeos hace que poco a poco se desarrolle las prácticas artísticas de la centuria en España. Entre las que destacan se encuentra las esculturas Venus y Marte de Antonio Cánova, Hermes de Bartolomeo Thorwaldsen. Pero también destacan pinturas de David Roberts, Alma Tadema o Meissonier, entre otros muchos.