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RELIGIÓN

¬Rerum Novarum’, el inicio de la Doctrina Social de la Iglesia

Por Javier M. FandiñoTiempo de lectura3 min
Sociedad07-07-2009

A finales del siglo XIX, León XIII se dio cuenta que la realidad social exigía un paso más a la Iglesia Católica. Las condiciones inhumanas que padecía el proletariado, con jornadas laborales de 14 horas diarias, no podía pasar desapercibida para la Santa Sede.

Si bien su fin era la defensa de la vida del ser humano, su obligación era luchar contra todas aquellas condiciones políticas, sociales y económicas que la dificultasen. Así nació Rerum Novarum, la primera encíclica social de la Iglesia. Después de 118 años de Rerum Novarum, Benedicto XVI ha publicado la décima Encíclica social de la Iglesia Católica. Ahora era el momento adecuado, o al menos así lo exigía la Doctrina Social de la Iglesia, que presenta el equilibrio perfecto entre los conceptos modernos de paz y justicia. Obviamente, los tiempos han ido cambiando, al igual que las preocupaciones y problemas de la sociedad. Si bien Rerum Novarum trataba sobre la condición obrera, sus derechos y obligaciones y el rol del gobierno, Quadragesimo Anno, elaborada 40 años después, no abordaba los mismos temas, puesto que la mayoría ya estaban subsanados en mayor o en menor medida en la sociedad. Esta última fue la primera y única encíclica social de Pío XI. Aunque con grandes matices, se empezaba a vislumbrar un ligero parecido a las preocupaciones actuales. El papa italiano pedía una reconstrucción del orden social y rechazaba la acumulación de riqueza, así como la defensa del derecho de propiedad o la paz entre las distintas clases sociales. Bastante parecida fue la primera obra de Juan XXIII, Mater et Magistra, que analizaba el Cristianismo y buscaba el progreso social, especialmente de las naciones menos poderosas. Poco antes de morir, elaboró su segunda Encíclica social,Pacem in Terris, una de las más conocidas. La Iglesia no podía tolerar la situación de tensión que se vivía en un mundo dividido en dos bloques, el comunista y el capitalista, y pedía el desarme. El mismo Juan XXIII afirmó que “la paz en la Tierra es la profunda aspiración de los hombres en todo tiempo y no se puede establecer ni asegurar si no se guarda íntegramente el orden establecido por Dios”. Sin embargo, hay que esperar a 1967 para encontrar Populorum Progressio, la Encíclica social en la que se basa Caritas in Veritate. Si bien Rerum Novarum supuso el inicio de una nueva forma de involucrarse la Iglesia en los problemas sociales, esta encíclica de Pablo VI supone un punto de inflexión. Además de aplicar las enseñanzas del Concilio Ecuménico Vaticano II de 1965, Populorum Progressio nace de la preocupación de la Iglesia por la existencia de países pobres, enseña que los recursos deben ser compartidos y defiende el desarrollo pleno de los individuos por el simple hecho de ser humanos. La solidaridad debe ser el punto de partida para subsanar esta injusticia. Tal fue la repercusión de esta encíclica que la Iglesia aumentó su compromiso años después con Octogesima Adveniens y Laborem Exercens. Esta última, la primera de Juan Pablo II, adquiere un tono más fuerte y aboga por la defensa de los derechos humanos. De la misma línea es Solicitudo Rei Sociales en la que Juan Pablo II pide a los cristianos “que nos preparemos para la venida del Reino” y demos testimonio “con fe y con las obras”. Finalmente, Centesimus Annus conmemora el centésimo aniversario de Rerum Novarum e insta a estar preparados para el nuevo siglo, además de defender a los países más necesitados y contribuir al desarme de un mundo fraternizado con el entonces recién caído Muro de Berlín.