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SERVICIOS SECRETOS

Saiz, una carrera truncada por la sobreexposición y la división interna

Por Martín CastroTiempo de lectura2 min
España02-07-2009

Como si del libro de García Márquez se tratase, la renuncia al cargo de Alberto Saiz se podría titular como Crónica de una dimisión anunciada. Los consecutivos escándalos en los que se ha visto implicado le han costado el cargo tras casi tres meses de numerosas acusaciones provenientes de agentes del CNI.

A Saiz le han faltado amigos y le ha sobrado exposición. Desde su nombramiento allá por 2004 las desavenencias internas han sido una constante. Miembros de su propio equipo han filtrado informaciones a los medios. Quejas publicadas por los continuos cambios de los cargos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), tres secretarias generales y tres directores de Inteligencia en menos de 5 años. Varios miembros del CNI denunciaron también a Saiz por utilizar en, al menos en seis ocasiones, dinero público del Centro Nacional de Inteligencia para satisfacer sus aficiones deportivas, cazar y pescar. Excursiones deportivas realizadas entre mayo de 2004 y julio de 2008 en México y en varios países del continente africano, entre ellos Mali y Senegal. El ya ex director del CNI ha sido acusado de servirse de su posición para colocar a familiares o amigos en el CNI, de utilizar a agentes para limpiar su piscina o incluso que el centro compraba la cosecha de patatas de un familiar. No obstante, Saiz negó esas acusaciones en sendas comparecencias parlamentarias, una ante la Comisión de Defensa y otra ante la Comisión de secretos Oficiales. Esta última motivada por nuevas informaciones como la utilización de la prueba del polígrafo con algunos agentes del CNI para tratar de averiguar quién estaba realizando las filtraciones a la prensa. Entre medias, Alberto Saiz recibió una buena noticia, su ratificación en el cargo. Sin embargo esto no diluyó la guerra de sucesión, sino todo lo contrario. Primero el jefe de contraterrorismo del CNI, con rango de subdirector general, presentó su dimisión por desavenencias con el jefe de los servicios secretos. Su dimisión seguía al relevo de su inmediato superior, el director general de Inteligencia, Agustín Cassinello, que fue relevado en noviembre pasado a los pocos meses de su nombramiento y daba cuenta de las fuertes discrepancias en el servicio secreto. Alberto Saiz pasará a la historia como el primer jefe del espionaje que convocó una rueda de prensa para explicar que había un traidor en sus filas que había vendido secretos a Rusia y el primero también en acaparar titulares. Puede recordar éxitos y errores. Entre los segundos, el más estrepitoso fue el caso Flórez, apellido del espía traidor que vendió secretos a Rusia; también, la retirada de agentes en Cuba acusados de obtener información reservada del canciller y del vicepresidente. El incidente en Marruecos, cuando el jefe del servicio secreto español fue expulsado en Nador. Rabat dio a entender que el espía financiaba al adalid de la lucha antidroga. En el capítulo de logros destacan los golpes a ETA, incluido su descabezamiento al detener en noviembre del año pasado al jefe militar de la banda, Garikoitz Aspiazu Rubina, alias Txeroki, y el del etarra que le sustituyó, Aitzol Iriondo Yarza, Gurbitz, sólo 21 días después. También los éxitos cosechados en la lucha contra la inmirgación ilegal, una de las prioridades del CNI, que permitió que las fuerzas de seguridad de los países africanos interceptaran cientos de embarcaciones que pretendían llegar a las costas españolas, salvando quizá, muchas vidas.