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CRISIS

La huelga general en Francia supone un aviso para la eurozona

Por Bárbara ArenaTiempo de lectura2 min
Economía31-01-2009

Francia abrió la puerta y se convirtió en el primer país de la Unión Europea en contar con una huelga general como protesta a las políticas económicas en el momento actual de crisis. La intención de los trabajadores era crear un jueves negro que paralizara al país y, aunque el resultado no fue el esperado, sí supuso un duro golpe para presidente galo, Nicolás Sarkozy, y para los países de la eurozona, que temen ahora un efecto contagio.

La razón por la que el 70 por ciento de los franceses apoyan la iniciativa de los sindicatos y el principal motivo de la huelga es el creciente desempleo. Francia despedía 2008 con una tasa próxima al ocho por ciento y se situaba como el sexto país de la UE con un nivel mayor de paro, por delante de países poco previsibles como Italia y Portugal. Desde Bruselas se prevé un empeoramiento de la situación y el crecimiento de la tasa hasta llegar al 10,8 por ciento durante el próximo año. Aunque la huelga fue secundada de manera muy irregular, había fuentes que aseguraban que un millón y medio de personas siguieron la marcha sólo en la provincia parisina. Según los sindicatos, los sectores más afectados fueron el de la enseñanza, que registró bajas que alcanzaron el 60 por ciento, y el ferroviario, con un 50 por ciento. Sarkozy mantuvo que “Francia debe salir fortalecida de esta prueba” y agradeció el respeto mostrado por los servicios mínimos. En España las reacciones no se hicieron esperar. Los portavoces de PP, CiU y ERC en el Congreso declararon que el alto nivel de paro puede derivar también en una “crisis social” y que las protestas y huelgas no pueden descartarse. Sin embargo, el portavoz del PSOE, José Antonio Alonso, destacó la “orientación política” del Gobierno francés, diferenciándola del carácter progresista del Ejecutivo español, e insistió en calificar como incomparables ambas situaciones. CC.OO. mantenía que no es “el momento” para llevar a cabo ese tipo de medidas. Mientras, en Gran Bretaña las protestas se han visto invadidas de tintes xenófobos. Ante la grave situación de crisis los trabajadores de numerosas plantas energéticas de Inglaterra, Escocia y Gales se mostraron en la calle disconformes con la cantidad de empleo que abarcan los extranjeros, lo que abarata el coste de la mano de obra, algo que consideran perjudicial para ellos por situarles en una posición de desventaja. La huelga indefinida pide al Gobierno laborista que cumpla la promesa que su primer ministro, Gordon Brown, hizo en su toma de posesión, al asegurar que los trabajadores británicos tendrían prioridad.