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LITERATURA

Muere el viejo que inspiró a Hemingway

Por Tamara BerbésTiempo de lectura1 min
Cultura14-01-2002

Gregorio apareció el público por última vez el pasado mes de noviembre, cuando le hicieron entrega del certificado y el carné de capitán de la International Game Fish Association (Asociación Internacional de Pesca Deportiva), en el club náutico Marina Hemingway de Cuba donde le homenajeaban por su último cumpleaños.

Ya en este acto se le vio postrado en una silla de ruedas aquejado de una fuerte gripe y estuvo acompañado en todo momento de Hillary Hemingway, sobrina del escritor norteamericano que llegó a La Habana únicamente para la entrega del premio del marino. A pesar de los achaques debidos a la edad, no dejó nunca de fumar más de seis puros habanos diarios, ni de atender diariamente a cientos de turistas que acudían a Cojímar a conocerle y fotografiarse con él, con la inspiración de un genio, un viejo lobo de mar que enseñó y transmitió a toda Cuba el amor por el mar y por la pesca, a quien Hemingway describió como un personaje "delgado, descarnado con arrugas profundas; todo en él era viejo, excepto sus ojos, y ellos eran del mismo color del mar, y eran alegres e invictos". Un personaje de ficción en la vida real que nació en el año 1897 en el Puerto de Arrecife pero que legó al Caribe en la década de los veinte y permaneció en el lugar que le vio crecer hasta su último día. Conoció al escritor norteamericano casualmente durante una de sus travesías marinas. Casi hasta el último momento su lucidez fue espectacular y recordaba mil y una anécdotas de sus aventuras en alta mar y acerca del escritor y del yate Pilar, que Hemingway le donó a su muerte y que ahora permanece en exposición en la finca La Vigía, perteneciente en su día al escritor y convertida con posterioridad en un museo.