ESTADOS UNIDOS
El fin del fantasma del racismo
Por J. F. Lamata Molina5 min
Internacional09-11-2008
Más de uno pensaba a comienzos de este año "¿Obama presidente? Imposible, en un país tan racista como EE.UU. no tiene nada que hacer". Si algunos lo comentaban, otros lo publicaban, el diario Público aseguraba en una de sus portadas que "Sólo el racismo podría derrotar a Obama". Pero aunque puedan quedar vestigios de este mal, las últimas elecciones pusieron fin al mito del fantasma del racismo norteamericano. Barack Obama ha sido elegido presidente y por gran mayoría, lo que entierra definitivamente aquel fantasma que, durante alguna década, apareció en forma de leyes injustas o de terroristas con ropajes blancos.
En estos días se ha recordado mucho aquella ley del Estado de Virginia de 1705 declarando a los negros como "un bien patrimonio de los blancos" o la resolución de 1857 por la que "ningún esclavo negro podía considerarse libre por el hecho de que su amo blanco hubiera muerto". Por aquella época, no obstante, el racismo no era sólo un produco de Estados Unidos, pues en la Europa del siglo XVIII y XIX, era la Europa de los Imperios Coloniales, tan inferiores podían ser los negros para Estados Unidos como para Francia o como los indios para Gran Bretaña, los filipinos para España o los judíos para la Rusia zarista. Más diferente era la actitud al llegar al siglo XX, cuando más ridículo parecía mantener la política de segregación. En 16 estados estaban prohibidos los matrimonios entre blancos y negros, que tampoco podían aspirar a ocupar altos cargos en el Ejército (a pesar de los miles que habían luchado tanto en la Segunda Guerra Mundial como en Vietnam) y que, en la sociedad civil, tenían prohibido adquirir armas, de derecho exclusivo para los blancos. Tras la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña y Francia -entre otras cosas, por las presiones de EE.UU.- tuvieron que abandonar sus pretensiones colonialistas, pero en cambio, EE.UU. parecía resistirse a cambiar su política con respecto a los negros. En 1955 se produjo el trágico asesinato del joven estudiante negro Emmet Till por haber silbado a una blanca. Aquel silbido del joven de Chicago inició un proceso de rebeldía ante la injusticia social. La segregación racial y Rosa Parks. La política de segregación -que oficialmente era para mantener la diversidad- consistía en separar a los negros de los blancos. Colegios sólo para blancos y colegios sólo para negros (generalmente, menos) y llegaba incluso a extremos tan ridículos como los bancos de parque "Only White" (sólo blancos) y "Only Blacks" (sólo negros). Aquella política era muy practicada en paises como Sudáfrica, Rodhesia y varios estados norteamericanos ¿el motivo? El miedo a que, al existir mayoría negra en estas zonas, aquello pudiera "diluir" a los blancos. Pero quizá fue un incidente tan simple como el asiento de un autobús el que más concienció al mundo. La compañía de autobuses Montgomery mantenía una política de segregación, acorde con los tiempos, que consistía en situar en lugares diferentes a blancos y a negros. Los blancos en la parte delantera e intermedia y los negros en la de atrás, pero una mujer negra se hizo famosa por sentarse en la zona de delante y negarse a ceder su asiento a un blanco que se quedó de pie, por aquello fue detenida y multada. Todo ello indignó a gran parte de la sociedad y Martin Luther King inició el boicot contra aquella compañía de autobuses hasta que los tribunales norteamericanos prohibieron la segregación. Luther King también conoció la cárcel por su activismo pacífico contra la segregación. Disparos Más difícil fue para los estudiantes negros poder integrarse en comunidades norteamericanas, hasta el punto de que los primeros que se atrevieron tuvieron que ser escoltados por el Ejército. En este punto destacó con luz propia George Wallace, el gobernador del Estado de Alabama (por el Partido Demócrata), cuya fotografía en una Universidad, junto con policías, bloqueando personalmente la entrada de estudiantes negros recorrió todo el mundo. El presidente Kennedy ordenó entonces que Wallace fuera depuesto. Aquel hombre llegaría aún a presentarse a las elecciones presidenciales por un partido independiente, en 1968 y -ante la sorpresa mundial- logró la victoria en cinco Estados del sur, demostrando el apoyo que en gran parte de la sociedad existía a la segregación. George Wallace estaría a punto de lograr la candidatura presidencial demócrata en 1972 pero tres balas disparadas por un vagabundo acabarían con su carrera política. En agosto de 1963 se produjo la fastuosa manifestación pacífica de los negros (con el apoyo de muchos blancos), por Martin Luther King, en defensa de una Ley de Derechos Civiles que confiarmara la igualdad de derechos de todos los americanos -el famoso "I have a dream" (tengo un sueño). El 4 de abril de 1968 una bala atravesaba la cabeza de Luther King, el asesino Earl, reconoció actuar por "odio racial". Aquel asesinato desencadenó una ola de violencia y obligó al presidente Johnson a decretar el Estado de excepción. Uno de los principales grupos violentos negros fue el de las Panteras Negras, su líder Malcom X, también había sido asesinado de un tiro tres años antes. Pese a todo, la ley de derechos civiles se hizo una realidad. Olimpiadas y Europa Y no se puede dejar de destacar el hecho de que durante todos los años de segregación, curiosamente, sí exitían negros destacados en los deportes y a EE.UU. les encantaba presumir de sus grandes atletas negros. En 1968, dos afroamericanos, en el momento de subir al pódium levantaron el puño de las panteras negras en homenaje al asesinato, ese mismo año, de Luther King, lo que les valió la expulsión. La condena al racismo fue unánime en toda la prensa de Europa occidental, incluso en la España franquista. El diario ABC publicaba en su portada dos años antes el siguiente alegato: "En Estados Unidos, algunas gentes consideran buenos a los negros para defender los colores norteamericanos en las olimpiadas, para luchar por (…) la patria en Vietnam (…). Pero en cambio no toleran que acudan a la Universidad de los blancos, que viajen (…) en la parte del autobús que les parezca, o incluso que beban en la misma fuente. Los negros no pueden comprender esta discriminación absurda y anticristiana". El fantasma del racismo comenzó a morir aquella década, tras sacrificios como el de Luther King, y lo terminó cuando, paulativamente, en las siguientes décadas, los negros comenzaron a alcanzar puestos de relevancia como Colin Powell o Condoleezza Rice. Con la elección de Obama, el fantasma fue enterrado.