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UNIÓN EUROPEA

La UE está en un momento crítico pero abre una puerta a Cuba

Por Iara Mantiñán Tiempo de lectura4 min
Internacional22-06-2008

La Unión Europea está en una de sus mayores crisis desde su constitución. Prueba de ello es que hace unas semanas, Italia declaraba la abolición de los tratados de Schengen, que garantizan la libre circulación de ciudadanos sin impedimentos de aduanas, debido a los problemas económicos. Recientemente, Irlanda, el único Estado miembro que sometió el Tratado de Lisboa a referéndum, ha decidido no apoyarlo.

El problema reside en que la Unión Europea no cuenta con un cuerpo o legislación para gobernar a los 27 países que actualmente la componen. El último tratado que se firmó para ordenar a los estados miembros fue el de Niza en 2000, y en aquel momento eran 15 y no 27. Tras el fallo de la Constitución, parece que los estados miembros no se ponen de acuerdo a la hora de dar una identidad a la Unión y que cada Estado actúa por independiente. Sin embrago, a pesar de su crisis interna, la Unión inicia un diálogo con Cuba para relajar tensiones. Los cancilleres de los 27 países de la Unión Europea (UE) decidieron el pasado jueves levantar definitivamente las sanciones a Cuba y retomar un diálogo político incondicional y recíproco, Sin embargo, para contentar a todos los países europeos, se decidió que dentro de un año esta nueva postura europea se va a revisar. Calificadas por algunos como simples "medidas" por lo poco que se parecen al embargo con el que EE.UU. castiga a la isla desde hace décadas, las sanciones fueron impuestas por Bruselas después del encarcelamiento de 75 disidentes en 2003 por el Gobierno cubano, pero fueron suspendidas en 2005 a petición del Ejecutivo español. Éstas consistían en limitar las visitas bilaterales de alto nivel, invitar a los disidentes cubanos a las fiestas nacionales que se celebran en las embajadas de los 27 en La Habana y reducir la participación de los estados miembros en eventos culturales. Inicio del diálogo Estas medidas suponen un guiño de la UE hacia Cuba para la apertura del diálogo, la UE hace un llamamiento al Gobierno de La Habana a que mejore "la situación de los Derechos Humanos mediante, entre otras cosas, la liberación incondicional de todos los presos políticos, incluidos los que fueron detenidos y encarcelados en 2003". La única reacción pública del Ejecutivo cubano al levantamiento de las sanciones fueron unas breves declaraciones del canciller de ese país, Felipe Pérez Roque, a la agencia Reuters. "Yo creo que sí es un paso en la dirección correcta", afirmó Pérez Roque, aunque dijo que el Gobierno cubano se tomará un tiempo para anunciar su reacción oficial. España fue el país que más insistió en retomar el diálogo con las autoridades cubanas, algo que a nivel bilateral le dio muchos frutos, según explicó el canciller español. La mayoría de estados miembros, así como la Comisión Europea (CE), estaban a favor de su retirada definitiva, y entre los países más reticentes estaban República Checa, Suecia y Dinamarca, que no veían en los cambios emprendidos en la isla suficiente motivo para levantar las sanciones. Desafío a EE.UU. Horas antes, el Gobierno de Estados Unidos se opuso al levantamiento de las sanciones por parte de los europeos, con el argumento de que las reformas emprendidas por Raúl Castro son "cambios cosméticos menores" que no han terminado con las décadas de "políticas represivas" bajo el mando de su hermano Fidel. "El gobierno de EE.UU. podrá comprobar que en la UE tenemos nuestros intereses y nuestra autonomía en política exterior", declaró el ministro de Asuntos Exteriores de España, Miguel Ángel Moratinos. El “no” de Irlanda al Tratado de Lisboa El primer ministro de Irlanda, Brian Cowen, ha declarado su "inmensa decepción" por la victoria del “no” en el referéndum irlandés y ha señalado que "no hay un remedio rápido" para el resultado, que ha tildado de "serio revés" para la Unión Europea, ya que tras el fallo de la Constitución Europea, el Tratado de Lisboa era la única alternativa para tener un cuerpo común con la entrada de los nuevos países. Si la Unión Europea no es capaz de ponerse de acuerdo en su identidad, es imposible que este proyecto siga adelante y posiblemente se esté en un punto de inflexión, de los más graves desde su creación. El problema reside en que todos los países votan por separado y el Parlamento Europeo no tiene la suficiente fuerza para poner orden y para hacer políticas comunes, ya que ésta reside sobre el Consejo Europeo. Una de las posibles soluciones de la crisis sería volver a repetir el referéndum en Irlanda, o pactar con ella un acuerdo bilateral, como el que se tiene con Suiza.