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GOLF

Immelman, del hospital a la gloria en cuatro meses

Por LaSemana.esTiempo de lectura2 min
Deportes13-04-2008

Cuatro meses atrás, Trevor Immelman se recuperaba, en una cama de hospital, de un tumor benigno. Tras varios días sin poder andar y casi dos meses de recuperación, volvió a competir en febrero. A este sudafricano, pupilo del mítico Gary Player, le han bastado dos meses más para llevarse el Masters de Augusta, el título más importante de su carrera.

Trevor Immelman (Cabo Verde, 1979) lleva el golf en la sangre desde pequeño. Con cinco años conoció a Gary Player, todo un ídolo nacional por aquella época, y comenzó a practicar este deporte. Player le vio jugar y le apadrinó. Durante años ha seguido su progreso y él, mejor que nadie, habla de sus cualidades. “Tiene el mejor swing de todos los golfistas de hoy en día, el más parecido que he visto al de Ben Hogan. Y siempre creí que fue el mejor en los golpes de tee a green”, asegura. Su padre, Johan Immelman, fue amigo de Player desde niño y mantenía una cercana relación con el golf (hoy es el comisionado del circuito sudafricano). Tanto él como su madre le apoyaron en su temprana decisión de dedicarse al golf profesional. Johan solía grabar en vídeo las retransmisiones de los grandes torneos y Trevor se pasaba las horas delante del televisor, junto a su hermano Mark, soñando con poder, algún día, emular a sus ídolos. Su primer éxito llegó en 1998, cuando ganó el Amateur Public Links estadounidense. Un año después se convirtió en profesional. Desde entonces, Immelman fue cogiendo experiencia y convirtió en una estrella a la espera de eclosionar. Hasta 2006, sus mayores logros fueron dos Abiertos de Sudáfrica (en 2003 y 2004). Ese año, sin embargo, sorprendió a muchos con su juego, ganó el Western Open del circuito americano y recibió el galardón de Novato del Año de la PGA. A partir de ahí, Immelman estuvo esperando por su primer triunfo importante. Sin embargo, todo se torció cuando, en diciembre pasado, le detectaron un tumor en el diafragma. Ingresó en el hospital y pronto le revelaron que el tumor era benigno. Pese a ello, esa experiencia le marcó: “Mi enfermedad me cambió la perspectiva y me hizo comprender que el golf no lo era todo”, comenta. Una semana después pasó por el quirófano. Le costó días volver a andar y tardó seis semanas más en coger un palo de golf. Volvió a competir en febrero, pero no se sentía bien. Una cicatriz le cubre gran parte de la espalda y ello era un gran impedimento. De los siete torneos de la PGA que disputó desde entonces, sólo pasó el corte en tres, incluido el Abierto de Houston, prueba previa al Masters de Augusta. Pero en Augusta todo cambió. Immelman llegó renqueante y con el recuerdo de su mala experiencia el año anterior, cuando sufrió una infección estomacal y vomitó durante el recorrido. Con todo, Immelman resurgió cual Ave Fénix. Encontró su mejor golf. Asombró con su regularidad y su precisión en los golpes, en especial en el juego corto. Pasó, al fin, de promesa a realidad, al igual que no hace mucho hicieron Geoff Ogilvy y Adam Scott, las dos grandes jóvenes sensaciones del golf actual. A ellos, se suma ahora Immelman, que ha pasado del puesto 29 de la lista mundial al 15. Y, sobre todo, ha demostrado al mundo que Gary Player no se equivocó al apadrinarle.