RALLY DAKAR
Terrorismo y deporte: una historia de muertes y temor
Por Alejandro G. Nieto
4 min
Deportes04-01-2008
El mundo del deporte ha vivido en numerosas ocasiones el miedo y la inseguridad que provoca el terrorismo. La suspensión del Rally Dakar por las amenazas de Al Qaeda es un ejemplo de muchos. El propio raid ha sufrido con frecuencia las consecuencias de este problema. El caso más sonado se produjo en los Juegos Olímpicos de Munich ’72, cuando once atletas israelíes fueron asesinados. En Colombia, Israel y Estados Unidos, el deporte se ha visto especialmente salpicado por este motivo.
El Rally Dakar lleva años viéndoselas con grupos violentos y terroristas que sabotean la prueba e, incluso, comenten ataques mortales. Ya en la pasada edición, dos etapas entre Mauritania y Mali tuvieron que modificarse por un mensaje del grupo Al Qaeda del Magreb Islámico (entonces conocido como Grupo Salafista para la Predicación y el Combate) en el que amenazaban con atacar a la caravana del rally. La organización de la prueba vive en tensión desde principios de los años noventa, aunque ya en la tercera edición del Dakar, en 1982, los participantes sufrieron un tiroteo. Pero hasta 1991, el problema del terrorismo no empezó a ser una preocupación seria. Ese año, el francés Charles Cabannes, piloto de un camión de asistencia, murió a consecuencia de un disparo cuando atravesaba Mali. Aunque nadie se responsabilizó del ataque, todo indicaba que su muerte fue fruto del enfrentamiento entre el ejército y los tuareg. Por aquel entonces, el integrismo islámico en el Zagreb comenzaba a crecer y las amenazas para la carrera, organizada por occidentales y, por tanto, vista con malos ojos por los integristas, eran mayores. Por este motivo, la prueba dejó de pasar por Argelia en 1993. Un año antes, en 1992, el rally había recibido su primera amenaza directa, por parte de los rebeldes de la República del Chad. Se canceló una etapa y no hubo mayores problemas. Hasta ahora, los conflictos políticos se han vuelto a cobrar varias víctimas y han provocado suspensiones de etapas. En 1996, Lauren Gueguen, miembro de las asistencias de Citroën, fallecía en el Muro Verde –zona que separa Marruecos de los territorios del Frente POLISARIO– al pasar sobre una mina el camión en el que viajaba. Desde 2000, los problemas de seguridad han obligado a cancelar varias jornadas en Níger, Mauritania y Mali. La masacre de Munich ’72 El caso del Dakar no es el único en el que el deporte se ha visto salpicado por quienes utilizan la violencia como arma política. El caso más conocido y trágico se vivió en los Juegos Olímpicos de Munich ’72. Entonces, ocho terroristas palestinos del comando Septiembre Negro capturaron a once de los veinte componentes del equipo israelí que se encontraban durmiendo en la villa olímpica. Los nueve restantes consiguieron escapar. Los secuestradores pedían la liberación de 234 presos palestinos en cárceles israelíes y dos en Alemania, pero el gobierno hebreo se negó a negociar en todo momento. Tras horas de negociaciones, la policía alemana alcanzó un acuerdo con los terroristas para su huída, aunque en realidad les tendieron una trampa. Un helicóptero trasladó a captores y rehenes a una base aérea, donde les esperaba un avión que, supuestamente, debía llevarles a Egipto. Allí, los milicianos palestinos debían ser abatidos, pero las fuerzas de seguridad alemanas no disponían de tiradores profesionales. Al ver que el avión estaba vacío, los terroristas desencadenaron un enfrentamiento en el que murieron los once atletas israelíes –asesinados por sus captores– y cinco de los ocho guerrilleros. Otras situaciones en las que el terrorismo ha afectado al deporte Un caso más reciente de la influencia del terrorismo en el mundo del deporte se produjo en 2001, con el 11-S. La tragedia conmocionó de tal manera a Estados Unidos que se suspendieron todas las grandes ligas -las de baloncesto, fútbol americano, béisbol y hockey sobre hielo- por primera vez en la historia; algo que ni siquiera la II Guerra Mundial había conseguido. La catástrofe afectó a la Copa Ryder de golf, aplazada hasta el año siguiente, y a numerosas competiciones en Europa, como la Liga de campeones y la Copa de la UEFA. Desde entonces, todos los grandes eventos internacionales, como los Juegos Olímpicos o el Mundial de fútbol desarrollan planes de seguridad específicos contra posibles ataques terroristas, especialmente en EE.UU. El país norteamericano sufrió otra experiencia traumática en los Juegos Olímpicos de Atlanta ’96, cuando un terrorista doméstico, Eric Rudolph, colocó una bomba en el Parque Olímpico. El atentado perpetrado por Rudolph, quien decía formar parte de una guerrilla contra el aborto, mató a dos personas e hirió a 112. También en Colombia, los deportistas sufren con frecuencia la presión de las FARC, la guerrilla colombiana. La Copa América de fútbol 1999 estuvo a punto de cambiar de sede por las amenazas de los guerrilleros. Sí se tuvieron que suspender, en cambio, los Juegos Sudamericanos, exactamente por el mismo motivo. También los deportistas de Israel viven en constante tensión por el conflicto israelí-palestino. Allí, el aplazamiento de partidos, el traslado de competiciones a lugares más seguros y las amenazas a deportistas son el pan de cada día.